Cuando el empate a cero es inevitable
El Eibar no puede superar al Deportivo en un partido de bajo nivel y Ramis se hace un esguince de rodilla en una jugada fortuita
Hay veces que el empate a cero es inevitable. En Ipurua no hubo sorpresas. Tampoco goles. Y fútbol, más bien poco. Eibar y Deportivo protagonizaron un duelo de nivel bajo. Muy bajo.
A José Luis Mendilibar le ha cundido el respiro liguero. El entrenador se sentó ante el pupitre, revisó los apuntes y pensó que lo más recomendable era modificar algunos conceptos. Contra el Deportivo se notó el sello de quien busca alternativas cuando el plan nodriza no carbura.
Y el Eibar se presentó con un dibujo de corte clásico, en desuso en los tiempos que corren: cinco defensas, tres centrocampistas interiores y dos delanteros puros. Había que cortar de raíz la hemorragia goleadora en contra. Había que aclarar la zozobra. En definitiva, había que urdir un plan diferente. La idea vio la luz a medias.
Las precauciones prevalecían en Ipurua. El partido fue cerrado. Técnicamente vulgar y estéticamente industrial. El espectáculo, entonces, era más emocionante que vistoso. Los tres centrales del Eibar -Ramis, Oliveira y Arbillabuscaban descaradamente el pase largo. Enrich no siempre acertaba a gobernarlo en su pelea con dos guardaespaldas imponentes como Albentosa y Sidnei.
El Deportivo respiraba cuando sus tres medias puntas -Cartabia, Valderde y Çolak- se asociaban. Envíos cortos pero ágiles. Conducciones de exquisitez técnica. Todo para servir a Andone en profundidad. En líneas generales, estas jugadas eran más artificiales que temerarias. Cuando hizo falta -dos vecesDmitrovic salió de su guarida para apagar el fuego.
Kike García y Enrich inquietaron un par de veces aisladas al debutante Uzoho. Lógico: los dos delanteros del Eibar, más cerca del gol que nadie. Pero demasiado lejos al mismo tiempo. En posturas forzadas y sin demasiado ángulo. Todo lo demás era confuso. Decisiones
Mendilibar cambia el sistema, juega con cinco defensas y logra mantener la portería a cero
precipitadas, pases defectuosos. Los críticos más implacables dirían que estaba siendo un mal partido de fútbol.
Andone aplasta a Ramis
Un poco de todo en Ipurua, que no de todo un poco. Poco fútbol, escasa inspiración. Poca suma, escasa renta para dos que salvo giros radicales de los acontecimientos pelearán por un bien común.
Y eso que Escalante quiso irrumpir entre la inoperancia con un enérgico ejercicio al comienzo de la segunda parte. Llegó dos veces al área del Deportivo. Su cabezazo lo detuvo Uzoho sin excesivos apuros. Luego chutó con la zurda y el balón terminó en saque de esquina.
Había logrado el Eibar colonizar el campo del Deportivo. Kike García estuvo próximo a incrustar la bandera del gol. Y en pleno avance, Andone cayó encima de Iván Ramis, que salió de Ipurua tumbado en la camilla. Dijo Mendilibar en la rueda de prensa posterior que el central se hizo un esguince de rodilla. Salió Lombán en su lugar.
El sol calentaba con la llegada del mediodía y los ánimos se enfriaban en la grada. Los seguidores armeros se preguntaban qué queda de aquel Eibar contagioso de hace no tanto. Tenían tiempo para la reflexión porque el partido no era precisamente vibrante. José Ángel salió desde el banquillo con el ímpetu de quien quiere recuperar la titularidad y asimiló que era un arma de peso en busca de la victoria. Contribuyó con un par de centros peligrosos y una gran jugada al final.
En esa acción sonó la sirena del gol en Ipurua. Había marcado Enrich en el minuto 91 tras el alarde de José Ángel, pero el delantero estaba en fuera de juego. Clamoroso. No había lugar a la moviola. Un sobresalto final en una mañana tediosa. No hubo sorpresas en el desenlace: empate a cero