La Real no está redonda
El Espanyol demostró en Anoeta que la Real todavía tiene que recorrer un importante camino en la búsqueda de ese equilibrio que le permita rentabilizar lo que genera en ataque. El conjunto txuri urdin volvió a conceder un gol con excesiva sencillez al adversario y así es muy difícil ser competitivo en el fútbol moderno. Las dos puertas a cero de Gasteiz y Skopje tuvieron más que ver con la endeblez del rival que con una mejora colectiva de la Real. Ni siquiera la primera gran aparición de Januzaj sirvió para ganar. Es cierto que sólo dejó la delicatesen del gol del empate pero no fue poco, tal y como estaban las cosas, si bien a este jugador hay que exigirle una mayor continuidad. Pasan las semanas y la Real no termina de ser redonda, algo que tal vez pueda ser el sino de esta temporada en la que se juega cada cuatro días. Recuperado el pulso con el triunfo ante el Alavés, la Real ahora desanda el camino con un empate insuficiente por lo que expuso el rival, cuando se esperaba otro paso al frente. Son ya cuatro partidos consecutivos sin ganar en Anoeta, todo un síntoma. La casuística de los partidos no ganados no ha sido común pero es difícil construir una campaña de éxito sin algo más de fiabilidad como local. La Real tiene un problema de entidad ante los rivales que se repliegan y la mayoría le van a jugar así. Los dos últimos partidos los han solventado sendas genialidades, la de Oyarzabal ante el Alavés y la de Januzaj ayer que, además, no sirvió para ganar por lo que se había concedido. El plan de un equipo debe estar sustentando en un rendimiento colectivo fiable y solvente al que las estrellas pongan la guinda con sus genialidades. Si las virguerías no dejan de ser sólo un recurso, no siempre saldrá un conejo de la chistera