Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

DIARIO DE UN VIAJERO

Las vida sigue para Markel Bergara en Getafe y lo hace con la tranquilid­ad de saber que detrás deja un legado que muchos han sabido apreciar

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La cadena vital

Markel Bergara (Elgoibar, 1986) se cruzó un día con Igor Zubeldia (Azkoitia, 1997) en un pasillo de Zubieta. Ya había decidido marcharse a Getafe porque Eusebio no contaba con él y porque, a sus 31 años, si algo sabe el honrado jugador guipuzcoan­o es que la vida no se acaba la Real. Markel eligió a su heredero, 11 años más joven que él, y le dijo a Zubeldia que le haría mucha ilusión que, en su ausencia, llevara a su espalda el ‘5’ que el elgoibarta­rra defendió con tanta profesiona­lidad en los 10 años que jugó en el primer equipo. “A mí me hace más ilusión”. La respuesta del azkoitiarr­a seguro que provocó una mezcla de emoción y orgullo en un Markel que, en el duro momento de hacer las maletas y dejar tu casa, debió notar que algo bueno había hecho en su vida como txuri urdin.

Hay jugadores a los que, desgraciad­amente, les cuesta más contar con el favor de la grada. Su honestidad y su sudor, la capacidad que tienen para encarnar los valores más intrínseco­s de la entidad, no pesan lo mismo en un balanza que las virguerías que son capaces de hacer otros, atributos mucho menos relevantes en la cadena vital de la Real, aquella que debe velar por que el club siga siendo lo que siempre fue y no pierda los atributos en los que se ven reflejados la mayoría de seguidores.

Markel Bergara ha sido uno de estos futbolista­s, un jugador injustamen­te infravalor­ado por sus supuestas limitacion­es técnicas, cuando es un jugador que auna muchas de las virtudes y caracterís­ticas que siempre deberían tener muchos los integrante­s del plantel. Sin olvidar, claro, que Markel cuenta con un currículum que le permite presumir de haber sido internacio­nal en muchas de las categorías inferiores y campeón de Europa Sub-19 en 2004, siendo fijo en el ‘once’, con jugadores como Sergio Ramos, Silva, Soldado o Albiol.

Alberto Albistegi, cuando salió de la Real en 1997 para fichar por el Alavés, que entonces estaba en Segunda División, dejó una frase con una carga de profundida­d inmensa. “Hay jugadores de Primera División y jugadores de Segunda División. Yo, aunque me voy a jugar a Segunda, me considero de Primera”.

Con Markel Bergara, y en el mismo caso podríamos colocar a Joseba Zaldua, pasa algo similar. En el entorno de la Real, en demasiadas ocasiones, se tiende a menoscabar las caracterís­ticas de este tipo de futbolista­s, que son de los que siempre han existido en la historia del club y siempre deberían existir. La deslumbran­te presencia de Illarramen­di o la cegadora aparición de Odriozola pudieron jugar en contra de Markel o Zaldua en momentos puntuales, pero eso no significa que no tuvieran un hueco en la plantilla de la Real. Por condicione­s futbolísti­cas, que ya se han echado de menos esta misma temporada en algún momento puntual, y por lo que aportan al vestuario. Ambos, sin embargo, han emigrado a Madrid y, como Albistegi en su día, han demostrado que son jugadores de Primera -son fijos en sus equipos-, algo que no todos los futbolista­s que salen de la Real pueden decir.

Para Zubeldia, sin duda, que Markel le eligiera para llevar el ‘5’ fue un regalo porque para el azkoitiarr­a ha sido un espejo en el que mirarse. Para Bergara, seguro, que esa admiración fue uno de los mejores regalos que se llevó a Getafe, donde la vida sigue pero además lo hace con la tranquilid­ad de que atrás queda un legado, en forma de valores y fútbol, que muchos hemos sabido apreciar

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FOTO: UNCITI Markel Bergara mira el futuro con la conciencia tranquila. Lo dio todo por la Real
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