El clásico exótico

Los primeros encuentros ya fueron inesperados. Sobre todo porque la Real estaba en Segunda, algo que muchos creímos que nunca veríamos. Ha pasado una década. La Real ya contaba en sus filas con el grueso de los que ascenderían tres años después y Codina, Altuna, Urzelai o Alaña mandaban en el Eibar. La cosa no mejoró un año después, no porque el Eibar terminara bajando a Segunda B (2009), sino porque el partido, con Toquero o Tiko de azulgrana, fue un despropósito, sobre todo para Díaz de Cerio, que sufrió la grave lesión que condicionó su carrera. La noche en que conocimos a González González, en la que le dieron un botellazo a Lillo... Qué sé yo. Por entonces era inimaginable que Real y Ei- bar jugaran en Primera por cuarta vez en Anoeta, lo que empieza a conferirle aroma a clásico. Hasta Garmendia, leyenda armera, confiesa en estas pági- nas que le sigue pareciendo exótico un partido que antes se jugaba en pretemporada o, a lo sumo, en la Copa. Pero el Eibar se ha ganado lo que tiene a pul- so y como tal tiene que mirarle a los ojos la Real. Como uno de esos equipos que se atraganta al nar- cótico estilo txuri urdin, al que hay que implemen- tar una versión 3.0 si se quiere superar a un rival duro como el armero y lograr tres puntos innego- ciables para poder irse satisfechos al parón