La ansiada estabilidad
Tras dos años de feliz convivencia, a Eusebio quizás quepa pedirle la ambición para soñar con ese título que anda en boca de los ejecutivos del club
Eusebio ya forma parte de la historia de la Real. El fútbol da muchas vueltas pero, a día de hoy, no es arriesgado apostar que finalizará esta temporada en el banquillo de Anoeta, con lo que se convertirá en el primer entrenador del club, desde 1994, en completar más de dos temporadas y media. El último período de semejante estabilidad fue, con Toshack al mando, desde julio de 1991 hasta noviembre de 1994, cuando el galés fue destituido en su segunda etapa, después de tres campañas y media dirigiendo al equipo. Con, al menos, 30 partidos oficiales por delante en lo que queda de temporada, Eusebio se convertirá en enero, asimismo, en el noveno entrenador en los 108 años de vida de la Real que supera los 100 partidos dirigiendo al equipo.
Eusebio no ha logrado que su buen hacer en el banquillo le haya reportado entre la afición el carisma que tuvieron otros entrenadores de la Real. Está por ver, eso sí, que le interese significarse en ese apartado. Trabaja con el secretismo que hoy es norma en el fútbol profesional, se exhibe lo justo y necesario, no concede entrevistas y dota a su día a a día de un hermetismo que, a priori, significa que, alejado de cualquier porción de vedettismo, sólo se enfoca en hacer evolucionar al club lo que, a priori, es bueno para la Real.
Desde el punto de vista de los resultados, no sólo los de los domingos en el césped, su tarea admite poca discusión. Ha ganado casi el 50% de los partidos, ha devuelto el equipo a Europa y ha dotado a la Real, al margen de los gustos de cada uno, de un estilo reconocible, de una identidad futbolística. No sólo en lo referente a la estética en su propuesta, al juego combinativo y de posesión, sino incluso a lo que afecta a la ambición. La Real sale a ganar hoy en día en todos los campos, con su asimilado método futbolístico como carta de presentación, gracias a la autoestima que le da el saber que su forma de jugar es eficaz. Todo ello, además, y conviene no olvidarlo, desde el más absoluto páramo que se encontró a su llegada, el estado de depresión que heredó tras el año en Donostia de un David Moyes que mientras que Eusebio ha echado raíces en la Real, esta semana ha cogido su segundo equipo en dos años. Al primero, el Sunderland, lo descendió.
Eusebio, por último, ha emprendido un necesario cambio generacional en la plantilla, con la cantera como sustento básico, apartado en el que también se ha mimetizado casi a la perfección con lo que la mayoría de la masa social de la Real demanda. Los Chory, Granero, Mikel González, Ansotegi, Héctor ,o Markel (por citar algunos que se encontró a su llegada) han sido sustituidos por los Oyarzabal, Odriozola, Zubeldia, Bautista o Kevin, a los que ha añadido fichajes que marcan la diferencia como Willian José o Juanmi.
El de La Seca tiene contrato hasta junio de 2019 por lo que, desde ese punto de vista, si la temporada concluyera hoy, no habría motivos para pensar en que no seguirá una campaña más. Con Eusebio ,de alguna manera, Aperribay parece haber encontrado esa estabilidad, esa mirada a medio plazo, que siempre ansió para el banquillo.
Con el dineral de las televisiones, eso sí, la Real ha puesto en manos del entrenador una plantilla potente y con recursos a la que, en este punto, con la idea de juego tan interiorizada y herramientas como para intentarlo, quizás quepa pedirle la ambición que permita a la afición soñar con ese título que, por primera vez en décadas, anda de boca en boca entres los principales ejecutivos del club