El triunfo de la sencillez
Asier Illarramendi ha tomado a tiempo el camino hacia Rusia. Si todo transcurre con normalidad de aquí al final de la temporada, el jugador de Mutriku estará en junio en el Mundial. No debe extrañar a nadie. Estamos ante uno de los mejores centrocampistas de Europa. En esta segunda etapa en la Real ha sumado a su incuestionable talento la experiencia y la jerarquía que necesitaba para ser el auténtico líder de la Real. Hoy es el día en que nos encontramos ante un futbolista total bajo cuya batuta suena el fútbol armónico y ofensivo del equipo entrenado por Eusebio Sacristán. Sin embargo, pese a estar en la elite del fútbol, hace gala de una sencillez y de una naturalidad difíciles de encontrar hoy en día en los futbolistas top. Y quizá esa haya sido la clave de su éxito: la sencillez con la que lo hace y lo asume todo, tanto fuera como dentro del campo. Sobre el verde, siempre elige la opción más adecuada, huyendo muchas veces de una espectacularidad de cara a la galería y a los resúmenes. Así, convirtiendo en natural la complicadísima misión de entender en todo momento lo que necesita el juego, es el intérprete y el ejecutor perfecto de la idea de Eusebio. Fuera del campo, escondido bajo un punto de timidez y con un carácter con claro label guipuzcoano, el mutrikuarra es uno de esos líderes silenciosos que siempre han sido fundamentales en el vestuario de la Real. El canterano aúna a día de hoy todas las características necesarias para conquistar la cima del fútbol y parece que ni él tiene dudas de que ahora sí estaría preparado para triunfar en cualquier equipo del mundo. Sólo cabe cruzar los dedos para que ninguno de los grandes caiga en la cuenta de que en la Real juega una de las grandes gangas del mercado