UN EMPATE PARA PÈNSAR
La Roja de Lopetegui sigue sin perder aunque ayer ante Rusia mostró carencias preocupantes en la defensa y falta de concentración en los goles encajados La selección española se puso 0-2 y 2-3 en el marcador del estadio Krestovsky con dos tantos de penal
La Roja de Julen Lopetegui sigue con su condición de invencible. Son 16 partidos sin perder de la mano del vasco (doce victorias y cuatro empates), aunque la igualada en el magnífico estadio de Krestovski (3-3) es la mejor señal de que nadie se puede confiar de cara al Mundial de 2018. Los anfitriones llegaron con el traje de cordero y de eso sacaron rédito frente a España, más cansada de lo previsto y muy afectada por las pruebas. La puesta en escena de los tres centrales en el segundo período dieron pie a recibir dos goles tras sendos saques de banda y eso que Sergio Ramos anotó las dos penas máximas que el árbitro italiano obsequió.
Con cinco futbolistas nuevos con respecto a Costa Rica (De Gea, Nacho, Suso, Rodrigo y Marco Asensio), al igual que los rusos, Lopetegui no varió su idea. Presión arriba para los tres zurdos que colocó en el ataque, mando para Iniesta y Busquets y mucha faena por hacer detrás. Y eso que a los 8 minutos ya se había encargado Asensio de ofrecerle un centro maravilloso a la cabeza de un letal Alba. El de L’Hospitalet volvía a abrir el marcador sólo tres días después. Su toque fue de delantero centro nato. Poco antes los rusos crearon dos contras con Smolnikov y Smolov como protagonistas.
No obstante, ese gol enfrió el partido. No hacía falta arriesgar por lo que la ley del mínimo esfuerzo llevó consigo situaciones aisladas inesperadas. El penalti que marcó el colegiado italiano Gianluca Rocchi fue escandaloso; Kuzyaev tocó con el hombro pero el árbitro marcó pena máxima para alegría de Sergio Ramos (33’) a quien las situaciones de estrategia le motivan de forma especial.
Ese 0-2 reactivó a los locales pues en tres minutos crearon dos situaciones de gol consecutivas. En la primera Jordi Alba fue clave ante Glushekov (38’) mientras que en la segunda Smolov coronó una definición estelar. Control, recorte y disparo cruzado ante un De Gea incrédulo.
Para tomar nota
Lo sucedido en la segunda parte es para que Lopetegui y su cuerpo técnico y lo examinen con detalle. Recibir dos goles tras sendos saques de banda es algo que deja en evidencia las carencias de concentración de un equipo al que se le pone muy rápido por las nubes por su categoría, y con razón, pero al que hay también que censurar cuando hay desconexión.
El triple cambio español dio mayor protagonismo a Rusia mientras la Roja se dispuso con tres centrales más Callejón y Alberto Moreno en los laterales. Illaramendi intentó hacer de Iniesta (no le salió) y la posterior salida de los canarios (Vitolo y Silva) no sirvió para demasiado.
La internada por la banda izquierda de Zhirkhov retrató la intensidad defensiva hispana. El delantero ruso superó a Piqué y un posterior rebote benefició a Alexei Miranchuk, mucho más atento que De Gea e Illara (50’).
Ni la inmediata respuesta de España (53’), con otro obsequio de penalti para Ramos, fue definitiva. Ese 2-3 fue un espejismo, aunque Rodrigo dispuso de un clarísimo uno contra uno frente al meta local que anduvo muy acertado (63’).
Menos lo estuvo la defensa cuando Smolov tuvo tiempo para soltar un zapatazo mayúsculo desde la frontal (73’) y colocar un ilusionante 3-3. El seleccionador Cherchesov fue valiente al alinear a dos puntas (Kokorin y Smolov) y le dio sus frutos. La intensidad de la Roja bajó de una manera sorprendente y los signos del técnico español desde la banda mostraban un permanente mosqueo. El choque cayó en un mayor control de los locales que se veían muy poderosos, aunque no estuvieran por delante.
Y gracias porque en el 85’, otra vez Smolov mostró las lagunas de una defensa de tres que ayer no funcionó. El disparo del delantero del Krasnodar acabó con una palomita de De Gea. Hasta marzo... vacaciones y reflexión