Otro partido sin gobierno

Por segunda salida consecutiva en Liga, la Real dejó de ganar un partido en el que se adelantó en el marcador. En Girona, a diferencia de en Getafe, el mal fue menor ya que se sumó un punto en otro partido en el que la falta de gobierno sobre el mismo llevó a los txuri urdin a no plasmar con la victoria su superioridad respecto al rival. Un punto, sobre todo cuando se ha empezado ganando a los 7 minutos, parece poco botín en el tercer partido que la Real juega contra un recién ascendido (los dos anteriores se saldaron con derrota) pero no es sino la consecuencia de la falta de control de los txuri urdin en los partidos, lo que termina provocando que se juegue a lo que quiere el equipo de casa. Es tentador ponerle cara y ojos a la razón por la que volaron otros dos puntos preciosos para la Real. Se puede señalar a un árbitro penosamente permisivo con el equipo local, primero con una agresividad rayana con lo violento no castigada con tarjetas, y después con la mano de Portu previa al gol del empate. Se puede señalar a un Rulli, otra vez errado en sus movimientos en el 1-1 o incluso a un Januzaj que perdonó la sentencia en un mano a mano con el portero, pero el problema de la Real es de juego, colectivo. Fuera de casa le cuesta horrores mantener el balón, superar la presión del adversario, y mucho más robarlo, porque su agresividad sin esférico -esto lleva mucho tiempo siendo así- es totalmente insuficiente, nada que ver con la que aplican los rivales. Esto termina conduciendo el partido a un punto en el que la Real no lo domina, en el que sólo puede ganarlo en acciones puntuales que, por su calidad, las tiene pero en las que, si no acierta, termina lamentando, como en Getafe, no llevarse tres puntos que parecían suyos. Al menos ayer sumó uno