No hay nadie al otro lado
Tiene razón Aperribay en que era impensable imaginar en 2008 una Real con este músculo económico, tan solvente deportivamente, en Europa con la exigencia de pasar a la siguiente fase y con una parte del estadio ya derribado para una remodelación que le llevará a eliminar sus inservibles pistas de atletismo. Con unos jovencísimos jugadores de cantera que son la envidia del entorno y más allá, por los que suspiran algunos de los clubs más poderosos de la Liga y por lo tanto de Europa. Por fin con buenos fichajes. Es difícil encontrar reproches a la gestión de Aperribay en estos nueve años. Roza lo impecable. La Real estaba arruinada y en Segunda y ahora obtiene pingües beneficios para pagar la reforma de un campo que no es suyo y quiere ganar la Europa League. En 2008 fichó a Moha, Dramé y Necati y en 2017 a Januzaj y Llorente. Por todo ello, no era necesario que el Consejo convocara elecciones de esta manera, con escasísimo margen para el desarrollo de otras candidaturas. Si es que además es ciencia ficción. No existen. La oposición se extinguió hace mucho tiempo. No hay nadie al otro lado. La labor de Aperribay y su suficiente control del capital social en una hipotética votación la han volatilizado. No obstante, resulta curioso que nadie quiera hacerse cargo de este bombón que es ahora la Real, pletórica en todos los ámbitos y con un patrimonio de jugadores impresionante. No es el marrón de proporciones bíblicas de hace una década que asumió Aperribay. Con el debarra llegaron la normalidad, la tranquilidad y el trabajo. Y los frutos son evidentes. En todo caso, sería saludable la existencia de otras planchas, de personas con iniciativa para confrontar ideas y aportar nuevas. Siempre es bueno agitar el gallinero