2 La ambición del club, deslegitimada
Que un equipo de Primera puede ser eliminado por un Segunda B en la Copa del Rey, aunque sea a doble partido, no sólo es evidente -en San Mames ocurrió lo mismo- sino que si algún club puede dar fe de ello, ése es la Real. Que la desazón, el cabreo, la rabia o el enfado de la afición es mayúsculo por ello, no sólo deber ser comprendido sino que habría que situarlo por encima de todas las prioridades, a la hora de compensarlo. Mucho más si tenemos en cuenta el ambicioso mensaje que ha lanzado la
Real esta temporada, hablando abiertamente (Loren en varias ocasiones, Eusebio y hasta Aperribay) de la posibilidad de ganar un título.
La actuación de la Real en esta eliminatoria copera ante el Lleida deslegitima, de alguna manera, el ambicioso mensaje oficial del club ya que los protagonistas directos han sido incapaces de mantener el pulso competitivo a las primeras de cambio. Las razones para explicar el descalabro serán múltiples y todas ellas, seguramente, válidas. El escaso nivel de la segunda unidad, la desconcentración con la que jugó la Real la segunda mitad o el exceso de rotación que aplicó Eusebio a la convocatoria pueden estar entre ellas. Lo único cierto es que en cuanto ha habido que gestionar la entrada en acción de una tercera competición, la Real se ha estrellado. Creer en que puede acercarse en la Europa League a las últimas rondas de la competición resulta mucho ahora mucho más complicado