Toca llenar el vacío

Fue algo más que decepción, fue vacío lo que uno llegó a sentir hace justo una semana cuando la Real le propinó la mayor bofetada en forma de ridículo a su historia. Más que frustración, fue rabia lo que producía tener que escuchar ayer los resultados de un sorteo copero en el que no estaba la Real por su dejadez, su falta de intensidad, por hacer una nítida dejación de funciones y dejarse remontar un 3-0 por un Segunda B como el Lleida, que ayer lanzaba cohetes cuando observó que le tocaba el Atlético de Madrid. Si hay alguno dentro del club que considera esa sangrante y deshonrosa eliminación como una descarga para un inicio de año frenético, debería dar el paso a un lado y emigrar a otras latitudes. Fue una pifia descomunal, histórica, que marca de por vida a los que la perpetraron, que será una mancha imborrable incluso si allá por mayo hay algo que celebrar. Pero el fútbol y la vida siguen. A los realistas les toca ahora llenar ese vacío que provocaron en los seguidores, especialmente a los 8.800 valientes que pasaron tanto frío como vergüenza el pasado miércoles. La Europa League se está convirtiendo en la mejor terapia y mañana puede seguir ejerciendo de aspirina. Es un partido muy grato para los txuri urdin porque el premio mínimo ya lo tienen y lucharán para el gordo que supone ser primeros. Hay diferencia entre ser primero y ser segundo en el capítulo deportivo y económico, pero no ganar, que es lo que da el pasaporte a acabar en lo más alto, no es una catástrofe. Sí se parecerá mucho a ello no vencer el domingo ante el Málaga en casa, un encuentro notablemente trascendente para el que los realistas no tendrán tiempo de descanso. Todo jugador aspira a este frenesí. Y los de la Real están en deuda con su gente