Un pase en profundidad

Sólo pensando en las consecuencias deportivas, la derrota no es en absoluto grave. La Real tenía derecho a error. Para qué ponerse exquisitos. El equipo se clasificó a la siguiente ronda con una jornada de antelación cuando en el sorteo la tónica general era la maldición. Y al fin y al cabo, el Zenit ha rubricado ser mejor equipo. Quizá no más estético, pero eso qué importa: 31 en Rusia, 1-3 en Anoeta. 45 minutos buenos de la Real no sirvieron siquiera para empatar. 90 minutos impecables del Zenit se tradujeron en victoria rusa. Sí, Impecables. No fallaron. Mancini es italiano y está feliz por tener cuatro defensas de plenas garantías: lo despejaron todo. Y eso que la Real atacó con gente, por las bandas y a través del criterio mientras le duró la inspiración. Por falta de acierto en el remate terminal o por las virtudes defensivas del Zenit, la Real no supo dar con la que habría sido la clave de su éxito: adelantarse. Dos partidos después, desconoce cómo es el equipo ruso yendo por detrás. En cambio, el Zenit jugó detectando al dedillo el operativo de la Real: presión intensa, circulación por los extremos y... Rizar el rizo en las inmediaciones del área. Los txuri urdin se habían desvanecido con el 0-1, se reactivaron gracias a la jugada de Januzaj y el gol de Willian José -sólo un alarde individual te despierta del letargo- y asediaron al Zenit antes de que Ivanovic, de la forma más inopinada para un equipo a la italiana, ¡de chilena!, noqueara a la Real sin remedio. Con el 1-2 se acabó la película porque el tanto del balcánico aturdió a la Real. Tal vez ni los propios rusos esperaban ganar, a tenor de su decidido afán conservador. Es difícil calibrarlo. Pudiera ser que vinieran a empatar y ganaran. Lo que sí se puede contrastar es que la Real siempre se anima a por la victoria y últimamente siempre pierde. Es probable entonces que haya una alarmante falta de recursos en el programa: sólo se vio un pase en profundidad, de Zurutuza en el minuto 48