EN “ESPERO LA JUGAR NBA”
Danny Agbelese (Washington, 1990) se encuentra disfrutando al máximo de su segunda experiencia en el Delteco Gipuzkoa Basket. Al margen de la trayectoria del equipo, el alapívot estadounidense con pasaporte nigeriano conversa con MD sobre su faceta más personal, revisando una dilatada trayectoria que le ha llevado a jugar en numerosos países, su personalidad risueña y, en definitiva, su vida más allá del baloncesto.
A sus 27 años, ha jugado en multitud de países: Paraguay, Uruguay, Italia, Francia, España... pero su primera parada profesional fue Irán. ¿Por qué?
No tenía otro lugar adonde ir con 2223 años. He vivido en diferentes países, como Estados Unidos o Nigeria, pero mi primera experiencia profesional fue en Irán. Ni fue la mejor ni tampoco la peor, digamos que fue algo diferente. Son etapas que simplemente te enseñan a ser mentalmente fuerte.
Y después empezó su particular vuelta al mundo.
Uruguay no estuvo mal, en una ciudad y un clima muy buenos. Después me llego la oportunidad de venir a España, concretamente a Guadalajara. Disfruté estando cerca de Madrid. Luego salió la opción de ir a Grecia, donde estuve solo un mes. Volví a España para jugar en Ourense, de Galicia vine a San Sebastián y antes de regresar aquí estuve jugando por Italia y Francia.
¿Qué aprendizaje extrae tras conocer tantas ligas y países?
He estado viajando toda mi vida, por lo que para mí es algo relativamente normal. Conocer y vivir diferentes culturas es algo bonito. Mis padres son de Nigeria y allí convives con gente muy distinta.
¿Siempre ha estado conectado al baloncesto?
Cuando era un pequeño, mi padre solía grabar todas las finales de la NBA, por lo que crecí viendo primero a Michael Jordan con los Bulls y luego a Shaquille O’Neal con los Lakers. También he visto mucho fútbol americano.
Y a la hora de practicar, ¿empezó con ambos deportes?
Sí, primero con el fútbol y luego con el baloncesto. Y también hice una incursión en el atletismo: salto de longitud, salto de altura... hice de todo. Pero me llegó la hora de crecer y crecer y ya con 14-15 años empecé en serio con el baloncesto.
¿De pequeño vivía a caballo entre Washington y Nigeria?
Nací en Washington, estuve en Nigeria tres años y volví. De Washington me mudé a Texas, de ahí a Virginia y cerré el círculo otra vez en Washington. Me gusta estar fuera de casa, pero, en cuanto puedo, sobre todo en verano, regreso a Estados Unidos. A veces voy a uno o dos sitios de vacaciones, pero la mayoría del tiempo la paso en casa.
¿Qué me dice de su vida por Donostia?
Vivo por el Centro, cerca de La Concha. Ya conocía la ciudad y cómo es el tiempo de mi anterior etapa por aquí y sabía lo que me iba a encontrar. Es una ciudad tranquila y bonita en la que me encuentro muy cómodo.
¿Conoce ya muchos rincones de la ciudad?
Me gusta caminar, pero tampoco demasiado, porque aquí hace frío y llueve mucho.
¿Quién le acompaña en sus diferentes experiencias?
Estoy solo, siempre lo he estado. Estoy acostumbrado y no tengo ningún problema con ello. Es una buena forma de aprender más sobre uno mismo.
¿Existe el GBC fuera de Illunbe y el Gasca?
A los jugadores nos gusta mucho quedar en casa de alguien para pasar el rato y ver algunos partidos de Euroliga o NBA.
¿Ve diferencias entre sus dos etapas en Donostia?
Ahora tenemos más seguidores. Además, hace dos años no lo
estábamos haciendo tan bien y en esta plantilla hay mucha gente joven hambrienta. Con eso no quiero decir que antes no la hubiera, pero la plantilla era más veterana y se nota. Todos nos estamos jugando algo.
¿Tiene algún sueño profesional?
Jugar en la NBA. Espero conseguirlo algún día pero, si no, tengo que dar las gracias por las oportunidades que he tenido de jugar al baloncesto. Llevo ya 12 años jugando de manera profesional y espero seguir haciéndolo durante otros diez años. Si sigo en forma, claro.
Normalmente le solemos ver con una sonrisa. ¿Cómo es Danny Agbelese?
Tenemos muy buena comunión en el vestuario y siempre estamos contando chistes. Todos lo hacemos. Soy el que siempre está sonriendo y el que se preocupa de que el resto se lo esté pasando bien y no tenga otras inquietudes. Evidentemente, sé cuándo debo estar serio.
¿Ayuda ese buen rollo a la marcha del equipo?
Creo que seguimos mejorando día a día. Si no te lo pasas bien, acabas por odiar el baloncesto. Hay que mantener un equilibrio