UN NAUFRAGIO LAMENTABLE
La Real vuelve a tropezar en casa ante el colista, víctima de sus pifias, el cansancio y un alarmante bloqueo mental Dos penaltis rarísimos traen la cuarta derrota consecutiva y la tendencia ya es espantosa: dos victorias de 12 en Liga
La Real se hunde y nadie lo está evitando. El modelo presenta síntomas palmarios de agotamiento y nadie lo remedia. La Real está perdiendo competitividad y puntos a espuertas y aquí no pasa nada. Nadie reacciona. Cuatro derrotas consecutivas en las tres competiciones y dos puntos de los últimos 12 en Liga, en la que sólo ha ganado dos de los últimos 12 partidos. No, esta Real no carbura. Sabe neutralizarle hasta un Segunda B en apuros, hasta el colista -los dos últimos han puntuado en Anoeta-, y además se le ha agotado la pegada y cada día son más groseras las pifias que le llevan a las derrotas. La alerta naranja en Gipuzkoa no es por ciclogénesis, es por naufragio futbolístico. Ayer ganó el Málaga sin tener que hacer un gran partido. Se lo dejaron fácil. Y llega el derbi.
Esta forma de jugar que identifica tanto a la Real exige que el equipo esté en plenitud de condiciones físicas y mentales, que sus mejores elementos estén inspirados y que todo sea como una sinfonía. Cuando algo o alguien desafina, todo se va al carajo. Y el inmenso problema es que no hay alternativa. No existe el Plan B. O tocas bien o esto es un desastre. La Real vive de las rentas obtenidas al principio de curso -nueve puntos de nueve-. Lleva un mes y medio a la deriva. Eliminada en Copa por el Lleida, segunda en la Europa League por caer ante el Zenit, en Liga son ya 10 puntos de 36. Es una racha que fulminó a los dos antecesores de Eusebio en el cargo en el inicio de la temporada. Y es verdad que ayer, de haber ganado, se podía haber colocado momentáneamente sexta. Pero tiene un problema severo.
De ser el enemigo más temido hace cerca de un año, la Real ha pasado a ser el chollo de la Liga, el rival contra el que todos quieren enfrentarse porque ya saben cómo ganarle. Se trata de dejarle hacer, que se crezca en torno al balón, que marre alguna ocasión par y explotar algunas de las pifias
El modelo presenta síntomas de desgaste y no hay alternativa: alerta naranja
que cometerán su portero o sus defensores, que, en algunos casos, como el de Iñigo, están de grada. Ante el Zenit, fue Rulli el facilitador, ayer fue el central de Ondarroa con un regalo lamentable. El bloqueo mental lleva a fallar y a cometer desvaríos como la mano de Willian José que supuso el penalti del 0-2.
10 de los 11 del jueves
Eusebio no está sabiendo detener la hemorragia y al final va a tener que desdecirse a sí mismo y pedir refuerzos en enero porque esto se le va de las manos. Desde el gol de Juanmi en Balaídos del pasado 21 de mayo, los responsables de la Real saben que esta temporada iban a disputar tres competiciones, que ya son dos después de tirar vergonzosamente la Copa. Y en esos tres meses y medio no fueron capaces de dotar de buenos suplentes a un hermoso equipo ya hecho. Con más tiempo, calma y dinero que nunca. El caso es que sólo 61 horas después del gran esfuerzo del pasado jueves, Eusebio tiró de 10 de los 11 titulares del jueves. Sólo hizo un cambio y fue forzado: De la Bella por el lesionado Kevin. O no tiene reservas de garantías o, por lo menos, Eusebio no confía para nada en ellos porque ayer se daban todas las circunstancias para realizar algunas rotaciones. Y no las hizo porque cree no tener
más. Fallo del director deportivo. Fallo del entrenador.
Los demonios comenzaron a comparecer por Anoeta en el minuto 22, tras la descomunal pifia de un Iñigo Martínez que está horrible y que derivó en el primer gol del Málaga, de Bastón de penalti. Hasta ese instante, la Real dominaba el juego, jugaba en la parcela del rival, abría el campo y encontraba en la magia y la improvisación de Januzaj la manera de romper la defensa del Málaga. Le duró más bien poco.
Todo comenzó con Oyarzabal
Oyarzabal, al que le ha abandonado la inspiración de hace unas semanas, falló con estrépito ante Roberto un cabezazo dentro del área pequeña en el 5’, tras un enorme centro pasado de Januzaj. De haber picado el cuero, quizá la mañana del domingo habría sido más placentera. En el 9’, Januzaj molestó a Iñigo en boca de gol tras una falta botada por Illarra. Malas señales.
Lo siguiente que sucedió fue el penalti de Rulli a Bastón, tras el error de Iñigo, que no quiso ceder el balón al portero y se complicó hasta despejar a la desesperada al pie de Keko. El árbitro, Del Cerro Grande no pitó penalti hasta comprobar que el primer chut de Bastón lo sacaba Llorente en la raya. Ley de la ventaja encubierta. Anotó el ex del Eibar desde los 11 metros.
Fue una puñalada en el ánimo de una Real ya bloqueada y escasa de frescura. Se notó en la grotesca definición de acciones claras como una llegada de Oyarzabal, que no fue capaz de dársela con la derecha a Willian, que estaba solo, o un claro cabezazo de Llorente fuera.
El partido ya tenía una pinta nefasta. En las gradas, la peor entrada de la temporada: 16. 834 espectadores y en el campo, un equipo endeble en defensa, sin pegada y con mandíbula de cristal: al primer golpe, se rompió. Y el inicio de la segunda parte confirmó los peores pronósticos: Willian estrelló en el palo el empate tras una dejada de Prieto y luego no llegó a un
El derbi en Bilbao, Sevilla, Leganés y Barça marcan el futuro inmediato: redención o caos
envío horizontal de Oyarzabal. Se desquició tanto con estas acciones, que, ya ido, palmeó un balón en la defensa de un balón parado. Rulli paró el penalti de Bastón, pero Chory se adelantó a todos para marcar en el rechace.
Quedaban 32 minutos, tiempo suficiente siquiera para intentarlo ante un equipo que no había puntuado fuera en toda la Liga. Pero la heroica también parece contraria al intocable estilo. Ni un pelotazo al área y a ver qué pasa. Los cambios no aportaron nada y la historia se acabó con la reprobación del respetable.
El derbi de Bilbao, el Sevilla en casa, Leganés en Butarque y el Barça en Anoeta dibujan un exigente panorama inmediato. O hay redención o hay naufragio definitivo. Caliente fin de año