La cabeza todo lo puede
Nueva decepción. Nueva derrota en Anoeta. Nuevo paso atrás. Son ya muchos, demasiados, pero se hace difícil pensar que a este equipo se le haya olvidado jugar. Y por jugar entendamos atacar y defender, no tener el balón. Esta Real es la que está en dieciseisavos de final de la Europa League, la que logró con brillantez clasificarse para competiciones continentales hace no tanto, la que nos hizo soñar con algo grande antes de que pasara por Anoeta el Real Madrid, la que puso contra las cuerdas al Atlético hace una semana. Ahora todo son dudas, quejas y reproches a los futbolistas. Lo merecen, especialmente por una eliminación copera que ha variado enormemente la nota de este primer tercio de temporada. Ese borrón pesa como una losa sobre unos jugadores que están a años luz de su mejor nivel. Illarramendi no abarca tanto campo y aparece constantemente en zonas donde no es relevante, Zurutuza no debió ser titular tras su lesión ante el Zenit y su juego últimamente no está siendo influyente, Iñigo no es ni la sombra del central de la temporada pasada, ese que quiso llevarse el Barcelona en verano, y qué decir de Rulli. Sus compañeros y la grada de Anoeta han perdido la confianza en él. Pésima noticia para la Real. Son cuatro ejemplos pero podrían ser muchos más porque la crisis que atraviesa la Real es profunda. En forma y fondo. El modelo está en entredicho y Eusebio no ayuda, más bien lo contrario, desde el banquillo. Ayer se echó de menos un cambio de timón, no simples sustituciones. Y sí, es oportunista, pero me hubiera gustado ver a Vela 20 minutos. Un hombre capaz de cambiar el partido en una jugada. Sí, ese Vela que se arrastró ante el Lleida, pero un futbolista de los que escasean en la Real. Me niego a admitir también la teoría del cansancio, en diciembre y con jugadores que se han perdido partidos por lesión. El problema está en la cabeza y sin la mente sana las piernas no funcionan