Tiempo de crisis
Con ser preocupantes los resultados, aún lo es más el sentimiento de desconfianza respecto a la validez del estilo de juego del equipo que parece haberse instalado
En los últimos cinco partidos disputados, pertenecientes a tres competiciones distintas, la Real Sociedad no ha sumado una sola victoria, sólo ha logrado igualar con el rival en una ocasión, y ha hincado la rodilla en las cuatro oportunidades restantes.
Únicamente ha batido el portal contrario en seis ocasiones, encajando justamente el doble, es decir, 12 goles.
En el transcurso de ese tiempo, ha sido eliminado prematuramente de la Copa a manos de un equipo de Segunda B; ha perdido en su propio estadio la posibilidad de terminar la fase de grupos de la Europa League en primera posición, mientras que en la Liga ha perdido comba respecto a sus competidores en la pelea por ocupar una plaza europea.
A la luz de estos datos, ciertamente demoledores, no podemos sino admitir que el equipo de Eusebio se halla inmerso en una crisis de resultados -eso es irrefutable-, y tal vez de identidad , lo cual constituiría ya un problema de mayor volumen.
Claro que esta valoración merece algunos matices para ser completamente justa.
Es obvio que si atendemos únicamente a la clasificación del equipo en la Liga, -9º a tan sólo dos puntos del sexto clasificado-, y al hecho de haber superado con éxito la primera fase de la Europa League, la consideración de los resultados recibiría una mejor estima; dicho de otra manera, mantener una distancia exigua con los puestos que comportan premio en la competición doméstica, y superar la primera ronda del torneo continental, se podrían considerar como objetivos satisfactoriamente cumplidos a estas alturas de la temporada. Pero si en el balance atendemos a la nota anexa que nos recuerda que la Real ha vuelto a fracasar estrepitosamente en la competición copera, y al hecho de que desde el pasado mes de noviembre no pasa por la puerta de ganadores, el panorama que se nos muestra es bastante más delicado.
Pero, con ser preocupante por todo lo reseñado, aún lo es más el sentimiento de desconfianza respecto a la validez del estilo de juego del equipo que parece haberse instalado en la opinión pública. Lo que ayer resultaba aceptación plena de una forma de entender y plantar los partidos, hoy se han tornado recelo y escepticismo, crecidos al calor de los malos resultados recientes.
Nadie puede negar la realidad del estado de crisis por el que atraviesa el equipo txuri urdin; el nivel de gravedad que cada cual le confiera dependerá de muchos factores, no obstante lo cual, la gran noticia es que este grupo ha demostrado que se merece la confianza de sus seguidores, y que de la misma manera que logró granjearse no hace tanto tiempo el respeto y la admiración de propios y extraños, de la misma manera, y mediante las pertinentes correcciones -que las ha de haber, necesariamente-, puede recuperar la aceptación y el plácet de los suyos.
En cuestión de horas se le presenta al equipo de Eusebio una inmejorable oportunidad de reivindicarse; el derbi de San Mamés, que cada temporada sirve, entre otras cosas, para establecer algo parecido a la hegemonía del futbol vasco, podrá emplearse igualmente para marcar el punto de inflexión que debe separar necesariamente un tiempo de crisis de otro de resurgir y renacimiento