VELA SE MARCHA A LO GRANDE
El maya se despide de la Real coronando con su primer gol del curso una enorme victoria ante el Sevilla Iñigo, lateral izquierdo ayer, abre el marcador y resuelven Zubeldia y el genio mexicano en los últimos 15 minutos
El fútbol es justo en ocasiones. En muchos aspectos, se parece a la vida: da palos, aprieta, pero también ofrece satisfacciones y momentos de plenitud. Carlos Vela tuvo su despedida soñada, la que merecía por haber sido un excelente jugador para la Real, el mejor probablemente desde el ascenso de 2010. Parece que él mismo escribió el guión de lo sucedido. Y eso que la noche, por la trayectoria de los guipuzcoanos y por cómo llegó a pintar el partido mediado el segundo tiempo, no prometía alegrías. Pero la Real, con su segunda mejor actuación liguera tras la del Villarreal, y Anoeta, con un graderío repleto de luces, supieron honrar al crack maya. Y él respondió dando tranquilidad, regando de felicidad el graderío con su primer gol del curso y convirtiendo el encuentro en una noche de emociones inolvidable. Se va el mexicano habiendo escrito algunos capítulos de liadas, lesiones y decepciones en los últimos años, pero en todo caso firmando unas páginas hermosas de goles, regates y carreras que le hicieron grande a él y a la Real. En el epílogo jugó su partido número 250 y su gol 73. Ojalá vengan más liantes.
Vela puso el atrezzo emocional y bello, pero lo más importante es que la Real por fin venció y con autoridad. Demostró que es un equipo con el que se puede contar a pesar de su vulnerabilidad defensiva, del tremendo problema que tiene con un portero que no caza una y que, ganando a falta de 10 minutos, se permitió jugar con los dos laterales en área contraria y sacando el balón desde atrás. Que Canales saliera del campo corriendo al ser sustituido rozó el surrealismo.
Fue un gran partido ante un rival que no justificó ni su poderío ni su posición en Liga y Champions. Es cierto que el Sevilla se apoderó del cuero en el primer tramo de la segunda parte, pero en la primera le regalaron el empate y estuvo a merced de la Real,
La Real y Anoeta supieron honrar al mejor jugador txuri urdin desde el ascenso
que le arrolló al final. Muy buena señal, igual que el hecho de que todos los jugadores importantes dieran un paso adelante en su rendimiento. La Real les añoraba.
Iñigo, de lateral izquierdo
Eusebio salvó el contratiempo de la lesión de De la Bella, que había sido incluido en la convocatoria, alineando por primera vez a Iñigo Martínez como lateral izquierdo, con Navas de central en el puesto habitual del de Ondarroa. Y la apuesta salió a la perfección.
Se impuso una Real jerárquica, con personalidad, que encontró muchos espacios por dentro, con un inmenso Zurutuza que además se hartó a robar balones en campo contrario y secó a Banega, y encontró petróleo por el flanco izquierdo, por donde Januzaj medía la flexibilidad de la cadera a Corchia. El belga protagonizó dos chuts con peligro y provocó el córner del 1-0 en el primer cuarto de encuentro. El mago de Schaerbeek casi encuentra la escuadra de volea en ese mágico minuto 11 en el que el graderío quedó sembrado de luces, las de las linternas de los móviles, en homenaje al gran Vela.
En el 17’, tras la diablura del belga, llegó el córner botado por Canales, despejado en primera
instancia por la defensa sevillista. En el rechace, Illarra se contuvo y, en lugar de empalar a gol, trazó un centro perfecto con rosca a la cabeza de su amigo Iñigo, que picó el cuero para que no llegara Soria. El central-lateral se fue a abrazar a quien hubo una época en la que no hacía más que festejar sus ‘txitxarros’, Vela. Poco después, a Januzaj, otra vez él, se le hizo demasiado baja la portería tras un centro pasado del ‘taladrador’ Odriozola.
La Real tuvo la virtud de aguantar de pie las primeras embestidas de un Sevilla demasiado replegado al inicio y poco eficaz en su presión. Ganso no atinó con su chilena y Ben Yedder ya comprobó la vulnerabilidad de Rulli cuando chutó sin ángulo y el argentino no fue capaz de atajar. También se apercibió el francés de la misericordia -o llámenle cobardíade un árbitro que le sacó la amarilla por un manotazo a Iñigo y no le quiso expulsar dos minutos después por una acción muy similar a Illarramendi.
Pudo la Real ponerse 2-0 con un misil cruzado de Canales que sacó Soria, pero al final terminó donando lastimosamente la igualada en la última jugada del primer tiempo. Krohn Dehli recibió en largo de Geis, recortó a Odriozola y cedió a Ben Yedder. El galo quebró a Llorente con dos recortes y se quedó patidifuso al comprobar que su chut sin ángulo pasaba entre las piernas de Rulli. ¿Cómo se llama al Olentzero en La Plata? El mazazo fue de órdago. Heló las gradas de Anoeta, envenenó el bocadillo.
Tanto, que la Real quedó despersonalizada en un arranque de la reanudación en el que no había manera de quitar el balón a los andaluces. Pertrechada atrás, supo sufrir esperando a girar el partido, algo que, por fin, ocurrió con los cambios. Paradójicamente, los guipuzcoanos cambiaron el signo del envite cuando tuvieron que salir del campo sus dos mejores piezas sobre él hasta ese momento, Januzaj y Zurutuza.
Bautismo de Zubeldia
Soberbio estuvo Oyarzabal, que le dio al equipo la profundidad y la valentía que requería, además de la jugada del segundo gol. Exquisito se mostró Zubeldia, que anotó el 2-1 en el 76’, llegando desde segunda línea, con la ayuda de Escudero. Y legendario ya es Vela, que rubricó el tercero tras un centro de Iñigo. Anoeta explotó de júbilo con las gradas inundadas de luces como si fuera una noche estrellada. Una noche para decir: ‘¡Yo estuve allí!. Y despedí a un grande’. Ha sido un honor, Vela. Gracias
Los jugadores importantes dieron por fin un paso adelante: se les añoraba