Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

“SÉ CUÁL ES MI ROL, PERO NO ME CONFORMO”

- Ángel López

Hablando transmite la misma tranquilid­ad que en la portería, aunque su timidez evidencia que no está muy acostumbra­do a las entrevista­s. Toño Ramírez (Logroño, 1986) no se resigna a portar para siempre la etiqueta de ‘portero suplente’ o el ‘Otxotorena de Rulli’ y sueña con ser él el protagonis­ta un día. Esa lucha la seguirá haciendo en casa, ya que ha renovado con la Real Sociedad hasta 2019. Una vez firmada la ampliación, ¿satisfecho?, ¿tranquilo?

Estoy muy contento por seguir en la que es mi casa. El acuerdo creo que nos deja satisfecha­s a las dos partes. Hace meses que querían renovarle, ¿ha sido largo el proceso?

Me plantearon hace tiempo la renovación. Es verdad que ha pasado tiempo, pero no ha sido una lucha entre el club y yo, teníamos la tranquilid­ad de que íbamos a llegar a un acuerdo. ¿Le llegaron otras opciones?

Sí, hubo otras, pero lo que transmití era que quería seguir en casa. Ha jugado sólo dos partidos en este tiempo, ¿firma para poder cambiar su situación? Hombre, yo sé el rol que tengo en el equipo, pero no me conformo con ese rol. Quiero jugar y entreno para ser el titular. ¿No se resigna a ese papel de portero suplente?

No. Yo entreno cada día para poder jugar. Y decide el entrenador. Yo vengo a Zubieta con la mentalidad de hacerlo lo mejor posible, irme a gusto a casa con mi trabajo y si llega el premio de jugar, perfecto. ¿Se ve en condicione­s de competir y quitarle el puesto a Rulli?

Ahora y siempre. Me siento capaz de jugar y competir de tú a tú el puesto con Gero para que me llegue el premio el día de mañana. ¿Se siente preparado para jugar en Primera con continuida­d?

Sí me siento preparado, para eso entreno todos los días. Llevo toda la vida jugando a fútbol para estar preparado. No se ha visto la mejor versión de Rulli esta temporada, y ni así ha jugado...¿Se ha hecho ese planteamie­nto? No. Desde que volví, me planteé entrenar y que fuesen surgiendo los acontecimi­entos. En las decisiones del entrenador no podemos entrar. Cuando el míster quiera, voy a estar preparado. ¿Ha tenido algún bache anímico?

Sí. No es fácil estar sin jugar. Los tienes hasta cuando juegas. ¿Se siente arropado?

Siempre. Estoy en casa. Estuve cuatro años fuera, volví y fue como si no me hubiera marchado nunca. Ya soy un veterano y con Prieto, Carlos Martínez, Zurutuza, Agirretxe y De la Bella suelo compartir anécdotas que nos pasaron hace muchos años. Después de año y medio sin jugar, ¿Cómo fue ese momento en que Eusebio le dice que va a ser el elegido para la Copa? Imagínate. Después de un año en blanco, me viene el míster y me dice que voy a jugar en Copa. Me puso muy contento y hasta nervioso. ‘¡Por fin voy a jugar!’, pensé. A mi mujer le mandé un mensaje y luego llamé a mis padres y a mis amigos.

¿Cómo durmió esa noche? Bueno. Tenía un gusanillo. ¿Cómo se vio ese primer partido?

Nervioso al principio tras un año sin jugar. Luego me encontré muy a gusto. Jugué, lo hice bien y aumentó la autoestima y la confianza. Me vino todo muy bien. Todo mi entorno me felicitó y me llenó de felicidad. Muy distinto fue el siguiente partido, el de la eliminació­n...

Fue un mazazo muy grande. Aún sigo acordándom­e y me sigue doliendo. Era mi competició­n y pensaba que por lo menos dos partidos más iba a tener. Pero nos quedamos bloqueados. Estuve dos semanas sin darle la vuelta. Al día siguiente, al despertar, me pregunté si realmente había pasado. Y sí, había pasado.

¿Qué visión tenía de la Copa? Era mi competició­n y me quería agarrar a ella. Era mi vía para jugar. Yo pensaba llegar a la final. ¿Es un marrón ser portero en un equipo de Eusebio?

Para mí no. En Chipre estuve con Thomas Christians­en y el estilo de juego era parecido. Cada vez más se está inculcando en el fútbol. Yo me siento cómodo. Me siento más activo y más concentrad­o. ¿No sería más fácil para el portero chutar fuerte al estar presionado?

Sí, pero a día de hoy, los porteros han evoluciona­do mucho y hay que saber jugar con el pie. Yo empecé a utilizar los pies con Imanol Idiakez en el Sanse. Xabier Manzisidor insistió mucho y ya vine con una formación.

¿El equipo sigue creyendo en este estilo a pesar de los resultados? ¿Cómo no vamos a creer si el año pasado nos dio tan buenos resultados y nos permitió entrar en Europa? Falta ajustar unos pequeños matices en defensa, porque nos hacen contras muy fácil. Pero yo veo al equipo bien y creemos al 100% en lo que nos ofrece el entrenador. Y nos gusta. Asumimos que se nos han escapado muchos puntos, pero estamos tranquilos. ¿Están más tranquilos con la llegada del Barcelona que con la del Getafe, por ejemplo? Sí, sí. Somos muy de hacer estas cosas, de coger al Barça y ganarle cuando no hay quien le tosa. ¿Qué supondría para Toño jugar este partido contra el Barça?

Lo que uno quiere es jugar partidos contra los mejores y con una atmósfera tan bonita. Sería espectacul­ar poder jugar, la verdad. ¿Cómo fue ese momento en que se interesó la Real por usted?

Tenía 17 años. Yo estaba jugando en el Valvanera. Fue increíble. Un día estaba comentando con los amigos cómo me gustaría llegar a un equipo de Primera, porque algunos de ellos se habían ido al Zaragoza. Y unos días después, vinieron a buscarme Manolo Cervantes y Llopis y me trajeron a Zubieta. Y también vino el Zaragoza, que estaba en Primera. Me decanté por la Real por los valores, por la cantera y porque me lo dijo mi padre. Era una ilusión, pero

fui con mucho miedo. Era todo nuevo para mí con 17 años. ¿A qué equipo llegó?

A División de Honor, con Zubillaga. Yo llegué en invierno, que no era normal. Y me metieron en el Colegio Mayor de Larramendi. Mi primera imagen fue ver a Carlos Martínez, Zuru y a Mikel González y saludarles tímidament­e. ¿Cómo fue su primer contacto con el primer equipo?

Manzi ya nos había llevado alguna vez a entrenar con los porteros y estando en el Sanse empecé a ir con Lotina, Coleman, Lillo, Lasarte...Yo había pasado un infierno en la UPV en Preferente y mucho tiempo en el Sanse. Iba al primer equipo con una ilusión y una motivación tremendas.

Le faltó dar el salto definitivo...

Eso iba a suceder con el descenso a Segunda. La Real nos dijo que Bravo y Riesgo iban a salir y nos íbamos a quedar Eñaut y yo, pero al final no salió nadie y me fui cedido al Tenerife. Firmé mi contrato con el Tenerife a las 23.59 horas. Luego estuve un año con ficha del primer equipo alternando la suplencia con Eñaut, pero no llegué a jugar y me fui cuatro años ‘de Erasmus’.

Guadalajar­a, León, Chipre...¿cómo fueron esas experienci­as?

Me sirvieron para aprender. No sabes lo que es el fútbol hasta que sales de aquí. Aquí vives en una burbuja. Vas a Guadalajar­a y entrenas en artificial, equipacion­es que no tienes...Me sirvió para crecer como persona y como

jugador. Y en Chipre aprendí inglés, aunque estaban Ander Murillo, Jorge Larena, Ortiz...Éramos ocho españoles y hablábamos español.

¿Cómo reaccionó cuando le llamaron de nuevo de la Real?

Como loco de contento. Volver a casa no se paga con nada, aunque si tengo que volver a Chipre, lo haría. Me explicaron las condicione­s, mi rol, pero yo no veía más allá que volver aquí.

Se habla de que puede salir Rulli este verano, ¿cómo lo ve?

Desde que estoy aquí, con Rulli pasa lo mismo que con Bravo. Todos los años parece que sale y luego siempre se queda. Yo no le doy más vueltas. Esté Gero u otro, lo mío lo tengo que hacer. Vivo el ahora

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Su momento y la competenci­a Toño se lució en la ida de la Copa en Lleida. Por fin pudo desbancar a Rulli, con el que trabaja a diario
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FOTOS: MD
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FOTO: UNANUE Toño Ramírez posa para Mundo Deportivo en las instalacio­nes de Zubieta tras el entrenamie­nto de ayer

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