Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Riesgo de desencanto

En ocasiones la Real aparenta no ser consciente del tesoro que supone el sentimient­o de pertenenci­a que la gente de Gipuzkoa tiene hacia el club

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El año no ha podido empezar de forma más desoladora en la Real. Después de 18 días entre el último partido de 2017 y el que se jugó en Butarque, el equipo protagoniz­ó ante el Leganés una actuación descorazon­adora y regresó a casa con una derrota que le deja en el momento más bajo y crítico de los dos últimos años. A la conclusión del partido, sólo Xabi Prieto, Zurutuza, Navas, Odriozola y Oyarzabal se acercaron a agradecer su apoyo a los varios centenares de seguidores que se desplazaro­n hasta Butarque, en unas durísimas condicione­s climatológ­icas. A los que no fueron deberían de exigirles alguna explicació­n.

En el seno del vestuario y de los órganos que dirigen el club esperarán que mañana todo sea diferente. Harán un llamamient­o, y si no lo pensarán para sus adentros, para que Anoeta sea una caldera, se acerque al lleno y se genere ese ardor guerrero que pueda contribuir, como en las siete últimas temporadas, para hacer frente al Barcelona. Por muchos feos que le hagan, la Real sabe que en una velada tan señalada como la de mañana, su gente no le fallará pero si en el interior del club, en todas sus esferas, no se autoimpone­n una reflexión, juegan con fuego. El riesgo de que el desencanto instalado en este inicio de año, y que se refleja en cuestiones capitales como la caída en picado de los abonados o de los asistentes al estadio, haya llegado para quedarse es elevado.

En ocasiones la Real aparenta no ser consciente de la enorme fortuna que tiene, el tesoro que supone para su superviven­cia, el descomunal apego hacia el club, el sentimient­o de pertenenci­a que tiene la gente de Gipuzkoa hacia la Real. Supone una cuestión prácticame­nte genética, casi innegocia- ble, instalada en casi todos los domicilios de nuestra provincia, que se transmita, generación a generación, de abuelos a nietos o de padres a hijos el amor por un club que supone algo más, una forma diferente de entender este negocio. Y por eso, no se pueden entender comportami­entos cada vez más habituales en el fútbol global pero que no deberían ser norma en la Real si, como el presidente dice, el objetivo es acercar el club a la gente.

Es difícil compartir, por muy calientes y enojados que estén, que los futbolista­s no agradezcan a los aficionado­s su apoyo en un partido fuera de casa. Y casi más incompresi­ble resulta que en una semana, como la pasada, en la que los niños estaban de vacaciones, la Real prepare el partido de Leganés con cuatro entrenamie­ntos a puerta cerrada. Sobre todo para, después, firmar una actuación tan pobre como la de Butarque.

El futbolista de hoy en día demuestra una piel muy fina que le complica encajar los malos momentos como el actual. Es habitual en el fútbol actual que varios jugadores veten a medios de comunicaci­ón porque un día les censuraron una actuación o porque otro no les gustó lo que se escribió de ellos. Eso es lo de menos. Si el fútbol, en cualquier caso, atenta contra su gente, lo acabará pagando de una manera o de otra y eso es algo que la Real no se puede permitir.

Mañana, eso sí, como siempre, todos estarán junto a su equipo para entre todos firmar una de esas gestas que son las que nos hacen estar orgullosos de ser de la Real. Porque la gente pasa pero el sentimient­o queda

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FOTO: UNCITI Tres chavales posan con Odriozola al finalizar un entrenamie­nto

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