La cultura de la inacción
La Real pondrá esta tarde rumbo a Villarreal y, visto el discurrir de esta semana, lo hará como si nada hubiera sucedido. Salvo la protocolaria visita de Aperribay al entrenamiento del miércoles, esta semana han sido idéntica a cualquier otra de hace un mes, tres o 14, cuando el equipo era un rodillo rumbo a Europa. Ningún gesto, declaración o movimiento que evidencie que este equipo sólo ha ganado tres de los últimos 17 partidos, que hace tiempo que no está en esa Copa que ahora reparte alegrías o que está tan atascado en su fútbol que apenas genera ocasiones. Ahora mismo la Real parece un club sumido en la inacción: en el que el presidente, cuando fue preguntado hace dos semanas por el futuro de Eusebio, miraba a Mónica Marchante –la que se lo cuestionó- como si le estuviera hablando de la reproducción de la ameba. En el que el que la dirección deportiva cruza los dedos para que no venga el vecino, con 32 de los 65 millones que recaudará, a por Iñigo. O en el que el entrenador no tiene ningún plan alternativo que aportar al que le está llevando a chocarse contra el mismo muro desde el segundo domingo de regatas. Y este último caso es el más preocupante de todos. Porque Calleja sabe perfectamente lo que le planteará la Real mañana y tiene en su videoteca decenas de ejemplos de cómo neutralizar a un equipo sin variantes y cuyo modelo da síntomas de agotamiento desde hace tiempo. Una derrota en Villarreal obligaría a mirar descaradamente hacia abajo y los mensajes que llegan desde dentro indican que continuará la cultura de la inacción. Ni el presidente tomará decisiones drásticas. Ni el director deportivo aprovechará los últimos días de mercado, ni el entrenador hará un solo retoque en su ideario. Cuidado con la inacción