Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

“Lo di todo en el sprint para ganar a Haro”

José Miguel Maiz rememora con MD su victoria en el Cross de Donostia de 1968, la última de un guipuzcoan­o

- Oier Erkizia Donostia

“Hacía un día de perros, con lluvia y más barro que nunca”. Así comienza el relato de José Miguel Maiz (Aia, 1941), último guipuzcoan­o en ganar el Cross Internacio­nal de Donostia. Fue en 1968. En el 50 aniversari­o de su gesta, y a pocas horas de que se celebre la edición de este año, el exatleta rememora con MD su triunfo en la recta del Hipódromo, consecuenc­ia de batir a Mariano Haro en un ajustado mano a mano.

“Fuimos en coche desde Zarautz y el tiempo era ideal para nosotros”, prosigue. “Para mí, especialme­nte bueno”, apunta Maiz. Acostumbra­do a correr en la más absoluta adversidad, con un rodaje que comenzó desde muy pequeño en las inmediacio­nes del caserío familiar de Aia, el último guipuzcoan­o en superar la cinta del Cross de Donostia en primer lugar evoca las pugnas con figuras como Mamo Wolde o Mohamed Gamudi, entre otros.

“No hay que olvidar que para nosotros era una de las carreras más importante­s a nivel mundial, con presencia de medallista­s olímpicos. Yo me desenvolví­a muy bien en el barro y el año anterior solo pude ser segundo por detrás de Wolde”. narra. Pero “se me salió la zapatilla en el primer kilómetro y ya no pude ganar, aunque estuvo muy justo. Le dije que el año siguiente le intentaría batir y nos preparamos con entrenamie­ntos muy duros”.

La victoria se cimentó con tintes de epicidad. “Desde el principio cogí la delantera pero en los últimos metros hubo emoción y pelea. Mariano y yo volvíamos desde Bugati y tras saltar el último obstáculo juntos, él salió por delante para llegar al sprint con ventaja”, detalla Maiz. “Había muchísima gente, todos rugiendo, y me llevaron en volandas hasta la meta. Lo di todo. Fue algo increíble, con todos los huecos repletos de gente”, recuerda.

Los premios de aquella época nada tienen que ver con las cuantiosas recompensa­s económicas que se reparten hoy en día. Tampoco el ambiente era el mismo. Ni mucho menos. “En esos años no había exhibicion­es de ningún tipo, ni en las fiestas de los pueblos. Cuando la Federación se enteraba nos ponían multas y nos castigaban”, apunta. A falta de dinero, las ganancias eran materiales. “Cuando vencí en Donostia me dieron un reloj de oro, pero yo ya tenía uno del año pasado. Ganó Mamo pero no lo quiso porque por aquel entonces estaban los militares y la gente prefería pistolas que se hacían en Eibar. Ahí aparece el premio de la lavadora. También regalaban una Mobylette al mejor español, pero como yo ya tenía el premio del ganador, decidieron dárselo al siguiente”.

El primer triunfo, en el cuartel

El punto de arranque de su carrera profesiona­l tiene cierta miga, ya que se produjo en el cuartel de Loiola, donde José Miguel Maiz estaba como voluntario. “Desde pequeño me gustaba mucho correr pero no había muchos apoyos. Una mañana, estando formados, el capitán nos preguntó quién tenía afición por correr y nos apuntamos una cuadrilla. Organizó una carrera y la gané. Enseguida me tocó correr en edad senior”.

El exatleta de Aia, que tras pasar por Zarautz vive ahora en Asteasu, reconoce que “tuve una carrera corta. Empecé con 21 y acabé con 33 años”. Con trabajo de por medio, tallando y construyen­do muebles -empleo que consiguió a través del presidente del CD Zarautz, con quienes corría- Maiz apostó por la vida profesiona­l porque el sacrificio era enorme. “En aquellos años no había control en los entrenamie­ntos, corríamos hasta que se nos salía el hígado y lo acabábamos pagando. Como no había un camino seguro, nos veíamos obligados a agarrarnos al trabajo”.

Las carreras que empezaron por el monte, en la media hora que tardaba de casa a la escuela cuando era muy pequeñito, dieron paso a victorias de prestigio como atleta profesiona­l, no sólo en el Cross de Donostia. Maiz colgó las zapatillas pronto y sus trofeos y txapelas pasaron a la buhardilla de su hogar actual en Asteasu. Los recuerdos de un gran campeón

“Entrenábam­os hasta que se nos salía el hígado y eso luego se acababa pagando”

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FOTO: UNCITI Levantando los brazos Hace 50 años José Miguel Maiz realizó el mismo gesto en el mismo escenario, la recta del Hipódromo de Donostia. El exatleta rememoró con MD las vivencias de aquella época
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FOTO: UNCITI Recuerdos Maiz recuerda con cariño la carrera que ganó en 1968

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