El teatro de la debacle
En las derrotas estrepitosas del Madrid los espectadores rivales ponen El Chiringuito
En las grandes debacles del Real Madrid, el deporte nacional de los no-madridistas es poner El Chiringuito de Jugones para vivir en directo la competición de lamentos. El programa, más que un lugar de análisis para los merengues decepcionados o futboleros con ganas de entender algo, se ha convertido, en noches como las del miércoles, en un encuentro de plañideras que es para troncharse de risa. No es un programa de fútbol, es un programa de humor. El Chiringuito se convierte en una caricatura aún más grotesca de él mismo donde, excepto algún tertuliano que todavía se cree su labor, los demás montan unos numeritos de gran alcance. Han creado una competición tácita entre ellos para ver cuál es el más afectado. A mayor drama, más madridismo se le supone. Hacen un espectáculo del dolor, un exhibicionismo ridículo del enfado, que realización acentúa. Los primerísimos primeros planos de Tomás Roncero, Alfredo Duro y Juanma Rodríguez que se les ven hasta las muelas del juicio de lo cerca que les observa la cámara, provocan hasta dolor de ojos. No se trata de entender, no se trata de explicar, se trata de exhibir con tremenda intensidad. El remate televisivo a una noche desastrosa (para ellos) de fútbol es un debate decadente. Jorge D’Alessandro, que en principio debe analizar el partido, acaba gritando desgañitado la valoración de las jugadas. “La buena noticia para el Real Madrid es que Neymar está triste en París” anunciaba Pedrerol para poner punto y final al programa con alguna dosis de optimismo. El presentador procura mancharse poco.
La tertulia de Mega, que ya se ha convertido en rutinaria, repetitiva y sigue careciendo de interés futbolístico alguno, está estancadísima. No evoluciona, les conocemos todos los trucos y recursos y funciona por inercia. Ya no sorprende y el espectador se ha acostumbrado a la dinámica del circo. El festival en bucle de la testosterona sabe que ante las grandes desgracias del Real Madrid debe satisfacer a los aficionados rivales que en noches como estas buscan reírse con el dolor teatral de los portavoces nocturnos del club blanco