Un bochorno vergonzante

Es difícil resumir toda la desilusión, por momentos vergüenza, que provocó la actuación de la Real en el Bernabéu. Es en esas sensaciones, las que afectan a la gran mayoría de seguidores de a pie de estos colores, en las que deberían reparar el presidente, director deportivo y entrenador del club cuando hablan en nombre de la identidad de la Real, arrastrada por los suelos ayer en Madrid. Podemos empezar por el ‘once’, incapacitado para oponer la mínima resistencia a un equipo que había cedido puntos ante 9 de sus 17 visitantes. Ningún equipo del mundo es menos competitivo que la Real en el Bernabéu. Cuando su gente espera una actuación ilusionante en un gran escenario, le ofrecen un ridículo sin parangón, encajando cuatro goles en los 36 primeros minutos. Por segunda vez consecutiva fuera de casa. Y gracias. El entrenador, cobarde, dejó fuera a Zubeldia que había hecho un gran partido ante el Depor en favor de un Zurutuza descanchado o un Canales invisible. Y tras loar en la previa a Bautista, que le sacó los colores, optó por la fracasada fórmula de situar a Juanmi como referencia. La jerarquía por encima de los méritos. Los nombres por encima de los hombres. El problema es que a Eusebio ya no le cree nadie. Y encima los chavales, honestos, le maquillaron el resultado cuando lo que merecían era una goleada vergonzante, que se habría producido si el Madrid no levanta el pie. Es la Real un equipo sin recursos desde el banquillo, que no es capaz de leer contextos ni coyunturas y que ayer jugó ante el Madrid como si jugara ante el Matalascañas. El resultado fue un bochorno que deja el proyecto muy tocado en vísperas de una eliminatoria europea que puede ser el rejón de muerte del entrenador