VICTORIA DE FE
Un gol de Ramis en el minuto 94 hace justicia a la demoledora recta final del Eibar en Butarque El Leganés aguantó con entereza hasta que se quedó con diez y los armeros aprovecharon la circunstancia
Pasan las semanas y continúan apilándose, uno encima del otro, los adjetivos que se merece este Eibar. En Butarque, tras un ejercicio de insistencia y tenacidad sin parangón, los armeros acabaron recibiendo la recompensa que habían ido a buscar a Madrid, aunque ésta se hizo de rogar más que nunca. Un gol de Ramis en el minuto 94 permite a los de Mendilibar seguir imparables su ascenso hacia Europa, de la que ya no apartan la mirada. Dormir en la sexta plaza, a la espera de lo que haga hoy el Sevilla, es el preciado fruto que se traen a Ipurua.
La primera parte no pasará a los anales del fútbol. Fue un periodo de reconocimiento, de un tira y afloja ininterrumpido y 45 minutos, en consecuencia, de escasa profundidad en ataque. Centrocampismo puro y duro, como un choque de trenes. El Leganés, con el esfuerzo de hace unos días en Copa muy presente, se quedó anclado en su campo e invitó al Eibar a tomar la iniciativa. El equipo de Mendilibar, muy gustosamente, aceptó el ofrecimiento pero luego fue incapaz de cambiar la dirección del viento. Pesadas rocas se interponían en su camino.
Orellana trató de cavar un agujero por la banda derecha pero sus chispazos se perdieron en la oscuridad. La cerradura de Raúl García fue letal. La ayuda de Rubén Peña, muy ágil en sus constantes subidas, permitió al Eibar disponer de un centro claro al área que Kike García remató en posición forzada. Corría el minuto 27 y a la postre fue lo único destacable que firmaron los armeros en el primer acto. Los pepineros a punto estuvieron de sorprender al Eibar. Aprovecharon el momento de más desesperación en las filas armeras para plantarse ante Dmitrovic pero Pires falló en el mano a mano con el portero serbio. Ahí se vio la fórmula del laboratorio de Asier Garitano: minar la moral del contrario con un impecable trabajo de repliegue para intentar el golpe de gracia en el momento preciso. Casi lo consigue.
Aumenta la velocidad
Los primeros minutos de la reanudación invitaron a pensar en un guión distinto y más entretenido. Las ráfagas sí se sintieron tras el paso por los vestuarios, siendo el Eibar el que cogió el timón con confianza. Charles tuvo una oportunidad clarísima en el minuto 56 pero su disparo lo atajó Cuellar con alguna que otra dificultad.
La luz empezó a asomar sobre el cielo armero a pesar de que Amrabat y Raúl García avisaron con una buena jugada construida por la banda derecha. Los claros aumentaban de tamaño y el Eibar subía las líneas en busca de las redes de Cuellar.
Una vez más, la férrea insistencia tuvo su premio. El hecho de que Siovas viera la segunda amarilla a falta de cinco minutos para el final aceleró el pulso del Eibar, hasta el punto de que la cascada de ocasiones se prolongó hasta el pitido final. Los armeros fueron a degüello, como debe ser. El corazón palpitaba a un ritmo mayor del habitual y, tras un centro con cuatro jugadores armeros completamente solos para dar la machada y un remate de Charles a centro de Arbilla, Ramis echó abajo la muralla pepinera en el 94’. Por fin
El Eibar fue de menos a más y con la expulsión de Siobas acabó de coger la directa