LOS 7 PECADOS DE EUSEBIO
La eliminación europea ha dejado muy tocado a todo el club, sobre todo a su entrenador Aperribay sostiene que no contempla destituirle a pesar del fracaso europeo
La Real no participó en el sorteo de los octavos de final de la Europa League de ayer. El fracaso del equipo en su eliminatoria ante el Salzburgo privó a los aficionados de disfrutar de un apasionante choque ante el Borussia Dortmund, que es el rival que les tocó a los austriacos, y de la visita al espectacular Signal Iduna Park. Hay sensación de fin de ciclo y queda todo el club muy tocado: los jugadores, como responsables directos, el director deportivo, que al principio de temporada hablaba de títulos y la realidad es que la confección de la plantilla ha sido muy deficiente y, por supuesto, el entrenador, Eusebio Sacristán, muy señalado por esta eliminación.
Han sido 180 minutos de fútbol muy decepcionante de la Real, que en ningún momento supo encontrar la manera de contrarrestar las virtudes de un Salzburgo sorprendente, pero lejos de ser un grande de Europa. A los txuri urdin les ha faltado un plan, un método claro para superar a los del toro rojo, superiores en ambos choques. Esta ausencia hay que achacársela al entrenador.
En el encuentro de vuelta, sucedieron cosas difíciles de entender, como el que conservara a Navas en el campo al descanso con amarilla y una gran brecha en el pie derecho y el sacrificado fuera De la Bella. Su cambio de sistema sólo trajo más confusión y volvió a revelarse como no trabajado. Ya había naufragado en Villarreal. El técnico, además, no halló soluciones ni antes ni durante el choque, en el que se refugió en el banquillo sin dar consignas a los suyos.
A pesar de todo ello, se sentará en el banquillo de la Real en el encuentro de mañana ante el Valencia, también en el del jueves ante el Betis en Sevilla y probablemente en todos los partidos hasta acabar la temporada. Aperribay volvió a ratificarle ayer en su cargo, dejó claro que no buscan sustituto y que le gustaría que estuviese 10 años