La puerta abierta de par en par
La temporada de Rulli es la peor desde que está en la Real y de Toño se esperaba una respuesta solvente en ausencia del argentino pero la realidad ha sido bien distinta
De todo lo acontecido en las últimas fechas, que no ha sido poco, lo que ha tenido un eco más abrumador ha sido la debilidad mostrada por los inquilinos de la portería realista... Una debilidad manifiesta en el momento más inoportuno y con unas consecuencias devastadoras.
Es como si, de repente, hubiéramos llegado a la conclusión de que la Real no tiene portero, y jugase sólo con los diez jugadores de campo, es decir, con la portería abierta de par en par. Y esta conclusión produce escalofríos.
La temporada de Gero Rulli es, sin lugar a dudas, la peor desde que se encuentra entre nosotros, por razones difíciles de explicar en un guardameta de su nivel, internacional por Argentina, y con una reputación reconocida. Nadie se atreve a ofrecer un diagnóstico definitivo al mal que parece sufrir el arquero, pero su rendimiento ha bajado de manera significativa. Pero la situación se torna aún más preocupante al comprobar que la alternativa a Rulli parece no existir. En efecto, hay un segundo portero en la plantilla, al que se renovó recientemente, en la confianza de que podía desempeñar perfectamente las funciones del suplente ideal, aún a sabiendas de que su experiencia, al menos en la Liga, era nula. Pero Toño Ramírez no nació ayer, rebasa la treintena, y tiene algunos kilómetros a sus espaldas. La oportunidad de ser titular en la Real le ha llegado tarde, pero el meta riojano no podrá aducir desconocimiento, por cuanto sabía a qué venía, y cuál sería su rol desde el momento en que decidió firmar un nuevo contrato. Tampoco podría argüir la bisoñez propia de los jóvenes, obligados a enfrentarse a retos para los que nadie sabe si están preparados. Toño tiene 31 años, y lleva más diez en el fútbol profesional. De él se esperaba una respuesta solvente, que negociara el ‘ínterim’ durante el que Rulli recuperase las buenas sensaciones, y de esta manera resolver la papeleta sin demasiado estruendo.
Tristemente, la realidad ha sido bien distinta, al punto de que hoy es el día en el que muchos ponen en tela de juicio la decisión de prolongar su vinculación al club, así como la de no haberse desprendido de Rulli cuando hubo posibilidades de hacerlo. No voy a entrar en lo acertado o no de tales afirmaciones. Lamentarse a posteriori podrá ser comprensible, pero también estéril. Esto es lo que hay, y se trata de extraer de nuestros futbolistas el mejor rendimiento posible. Lo que no puede ser es que Toño Ramírez, que hasta donde yo sé, es portero de fútbol, salte al Villamarín hecho un manojo de nervios. La Real necesita a todos sus futbolistas, y ahora más que nunca