El City se ensaña con el Arsenal y acaricia la Premier
El cuadro de Guardiola, liderado por un inspirado Sané, se exhibe nuevamente ante el de Wenger
El Arsenal quería la revancha, herido tras perder la Copa de la Liga en Wembley. El City, que no tuvo piedad, aparcó el éxito y se alejó del elogio para remangarse y acercarse a la Premier. Voraz como ningún otro equipo, tan preciosista como efectivo, los hombres de Guardiola se exhibieron de nuevo en Londres, esta vez en el Emirates (0-3). Otra noche para el recuerdo, centenaria para Pep, fría y con nieve, aunque no hubo mayor peligro que el de Sané, que brilló con luz propia.
Hasta la aparición del joven alemán, Wenger se reconcilió con su equipo, que recuperó parte de la identidad perdida hace unos días. El Arsenal canalizó el orgullo para iniciar con acierto, continuo en el juego, exigente en la presión. Pero no encontró recompensa y Sané, vestido de mago, dejó boquiabiertos a todos. El ex del Schalke volvió a ser un futbolista de dibujos animados, controló el balón y se deshizo de cuatro defensas, a base de engaños y quiebros endia- blados para que Bernardo Silva recibiera, levantara la mirada y colocara con sutileza el cuero a la escuadra (14’).
Otra jugada inverosímil del internacional teutón, imparable a este nivel, inició una triangulación con Agüero y con Silva que culminó el propio canario, imposible para Cech (27’). La impronta del héroe de la noche llegó en forma de asistencia, pero también
con el gol que cerró el encuentro y la emoción. Y, de paso, el que volvió a retratar a Wenger, reclinado en el banquillo, tan apagado como el Arsenal, que pide a gritos la llegada de Henry. O de Arteta. De quien sea. Un control de lujo de Agüero habilitó a De Bruyne, el belga prolongó a Walker y el lateral inglés centró para que Sané, con un pequeño desvío, anotara el tercero (33’).
Un paseo triunfal para el City, que se aprovechó de las penas del Arsenal, incapaz de recortar la distancia ni desde el punto de penalti. Ederson detuvo el disparo de Aubameyang y Pep aprovechó para dar descanso a Agüero y a Silva. Con la Premier virtualmente ganada, la Champions ilusiona