Una nueva dimensión
Las detonaciones en febrero han provocado movimientos que colisionan con el discurso oficial y que obligan a replantearse ciertas posiciones
Sería deseable que, con la llegada del mes de marzo, se instale a su vez un punto de estabilidad, de tranquilidad, en una Real convertida en un frenopático en los últimos 40 días. En una temporada de por sí torcida, los acontecimientos de las últimas semanas han terminado por contaminar la atmósfera del club que, ahora mismo, cuando nos hemos adentrado ya en el último tercio de la temporada, se ha instalado en otra dimensión.
Ya no iban bien las cosas en enero y, por supuesto, Eusebio estaba cuestionado pero desde la ‘fuga’ de
Iñigo Martínez el 30 de enero, en febrero se han desencadenado una serie de acontecimientos que han sido lo más parecido a detonaciones sin control en los pilares del club. La eliminación europea, primero, y el vodevil vivido en torno a la portería del primer equipo después, más las lesiones de futbolista referenciales como Xabi Prieto o
Willian José han terminado por debilitar peligrosamente a una Real excesivamente a la deriva, no sólo en el terreno de juego. Su aseado comportamiento en Valencia, pese a perder, y en Sevilla frente al Betis debería ser el avance de un repunte en el tramo final del campeonato en el que, en cualquier caso, nada va a ser lo mismo.
El equipo, Eusebio, el presidente
Aperribay y Loren llegan a este último tercio del ejercicio muy contaminados por todo lo sucedido. El entrenador está amortizado y la Real le busca sustituto para la próxima temporada. Y en lo referente a los gestores y al equipo, todo lo sucedido ya ha provocado algunas consecuencias directas, ya que la crisis en todos los apartados ha llevado a tomar dos decisiones drásticas como han sido la contratación de Héctor Moreno y Miguel Ángel Moyá, lo que no sólo afecta a la fisonomía
de un proyecto que se empieza a remodelar ya, pensando en el futuro, sin esperar al verano. Los dos primeros fichajes de la 18/19 ya están aquí pero esto, obviamente, exige replantearse algunas posiciones.
La Real cuenta en estos momentos con diez foráneos en su plantilla (Rulli, Moyá, Llorente, Moreno, Navas, De la Bella, Canales, Juanmi,
Januzaj y Willian José ), más de un 40% de la misma, un porcentaje que a más de uno puede parecerle excesivo. En condiciones normales, además, cinco o seis pueden considerarse titulares indiscutibles lo que puede llevar a situaciones como la vivida en el Villamarín, donde había más foráneos que canteranos en el ‘once’. Siendo esta una situación coyuntural, ya que es posible que algunos de esos futbolistas (Rulli ,o Canales) no sigan en la plantilla la próxima temporada y la configuración de la misma se reorganice, no se puede perder de vista que hablamos de una serie de movimientos estratégicos que colisionan con el discurso oficial del club.
Aperribay, ante el momento difícil que atraviesa, ha contraatacado en varias ocasiones en el último mes con argumentos como las tres veces que el club ha ido a Europa en el último lustro, con que no se puede ser de cantera de lunes a viernes y de fichajes estrella el fin de semana o con que nunca se arrepentirá de subir a cinco jugadores del Sanse al primer equipo. Siendo eso cierto, lo que no debe olvidar es que su decisión inmediata ante los problemas ha sido contratar dos fichajes caros, estrella por tanto, y que de los cinco jugadores del Sanse que subieron, tres (Bautista, Guridi y Kevin) cuentan poco o casi nada. Y que en la era en la que la Real ingresa 100 millones, no basta con justificarse con el pasado, hay que tener la ambición y la capacidad para, intentando seguir subiendo cinco jugadores del Sanse, con la calidad de los refuerzos, ser competitivos en todas las competiciones y aspirar a estar todos los años cerca de Europa. Y la Real, esta temporada, ha estado lejísimos de hacerlo. Y a eso, se le llama fracaso