FIESTA, SIESTA Y RESPUESTA
La Real logra con justicia su tercera victoria seguida en casa y aleja para siempre los fantasmas del descenso Moreno e Illarra ponen el 2-0 en el 10’, Pedraza acorta distancias, pero el Alavés no chuta a puerta tras el descanso
Será por el cambio de portero y la tranquilidad que transmite, pero esta Real ha virado a mejor en lo que a prestaciones defensivas y de seguridad se refiere. Con el gol de Pedraza, el 2-1, y el último cuarto de hora de desbarajuste del primer tiempo, olía a enésimo capítulo de equipo que se rinde y cede tras ir ganando, al ritual de lo habitual esta temporada, a remontada enemiga, pero nones. La Real logró su tercera victoria consecutiva en casa porque realizó un fútbol control absoluto en un segundo tiempo en el que el Alavés, por detrás en el marcador, no llegó a chutar a puerta. Faltó puntería para sentenciar, pero el triunfo se quedó en casa y tuvo la virtud de espantar definitivamente los fantasmas del descenso. Es probable que los de abajo ni lleguen a los 33 puntos que ahora tiene la Real. Lástima que Europa siga siendo una quimera.
Fue un triunfo grato porque la Real amaneció en el puesto 16º y se acostó en el 12ª, aunque las alegrías se interrumpen al advertir la desventaja con los puestos de arriba, de siete puntos con el séptimo, de ocho con el sexto con 11 encuentros por disputarse. Lástima de esos envites -ante Levante y Leganés fuera y Málaga y Las Palmas en casa, por ejemplo-, en los que los de Eusebio se dejaron llevar porque con sólo dos triunfos más en la buchaca opositaría a esa sexta plaza que fue suya el pasado curso. Tendría que ganar ocho partidos, con visitas al Pizjuán, Ipurua o el Camp Nou pendientes. Se antoja excesivo.
Lo que ayer volvió a quedar patente es que su pelea no está, ni mucho menos, en el pozo. Los 13 puntos de ventaja sobre el 18º en una campaña tan decepcionante son el fiel reflejo de ello.
El de ayer fue un partido de fiesta, ofensiva en un primer cuarto de hora en la que la Real anotó dos goles y pudo marcar cuatro; de siesta, en el tramo final del primer período de cesión de dominio al Alavés y mucho pánico a perder
Suben cuatro puestos y recortan diferencias; pero Europa es una auténtica quimera
lo conquistado por la fragilidad defensiva; y de respuesta, con un cambio en el descanso, de Zurutuza por Bautista, y de control en una segunda parte en la que sólo faltó anotar la sentencia.
Repite con nueve titulares
Eusebio, una vez más, no rotó y repitió con nueve titulares del jueves ante el Betis. Las dos únicas novedades, Januzaj y Bautista, que entraron en el lugar de Zurutuza y Juanmi. Moyá se estrenó ante su nueva parroquia cuatro días después de firmar con la Real y pudo prolongar su imbatibilidad hasta los 128 minutos. Qué bueno que viniste.
Antes de que suscitaran debates y susceptibilidades en la grada, la Real ya tenía una doble ventaja en el marcador. 2-0 en el minuto 10 merced a los goles de Héctor Moreno e Illarramendi, que concretaron en el marcador un primer cuarto de partido de auténtico frenesí txuri urdin. Claro que esta temporada ir por delante en el luminoso, aunque sea con una diferencia de dos goles, no es sinónimo ni de victoria ni de calma.
Fue una Real con mucha determinación, profundidad y calidad, que pudo sentenciar antes del descanso, pero que no lo hizo. Prieto purgó su tercer encuentro
por lesión y en su lugar entró un Canales fogoso y entonado. El primer gol nació en una rápida y corajuda arrancada del cántabro por la banda. Él mismo ejecutó el córner que forzó. Moreno, con picardía, le ganó la acción a Pina para conectar su pie izquierdo y, con un escorzo con su borceguí, batir de tiro cruzado a Pacheco. Era el 5’ y la parte no derribada de Anoeta, con una notable ocupación, se divertía.
En el 10’, Bautista se benefició de un error en la entrega de Ibai y se plantó solo ante Pacheco. El rechace del arquero lo empujó a la red Illarra, convertido en ‘killer’ total: siete goles en Liga.
La Real siguió percutiendo, ensanchando el campo y encontrando por dentro a Canales e Illarramendi. Januzaj estuvo a punto hallar la escuadra, pero el esférico traidor salió por centímetros. Poco a poco se fue viniendo arriba a un Alavés golpeado, que por fin se proyectaba con los apoyos en la zona de enganche de Sobrino y Guidetti. El cuadro babazorro, que venía de ganar ocho partidos de 13, aprovechó que Llorente estaba entrando en el campo tras ser atendido en la banda para penetrar por la izquierda. Allí, Martín le puso un centro perfecto a Pedraza, que remató de volea a la red. Imposible para Moyá y cualquier portero porque era un obús demasiado cercano.
Fueron los peores momentos de una Real en plena zozobra que no conseguía quitar la pelota al Alavés y que volvía a evidenciar una exasperante vulnerabilidad en la retaguardia. En el segundo disparo gasteiztarra, obra de Sobrino, que había ganado la espalda de Llorente, el larguero evitó el empate.
Todo tiene sentido con WJ
No había buenos augurios en una segunda parte que la Real co- menzó dubitativa y acabó pletórica, con evidentes ocasiones de gol para el tercero. Les costó a los de Eusebio gobernar el cuero en posiciones alejadas, pero lo lograron, paradójicamente, con la salida de un Willian José muy lastrado por su lesión. Todo parecía tener sentido desde que salió. Oyarzabal fue un puñal -regaló un tanto que no anotó el brasileño porque Ely se puso en medio y rozó un golazo por en el ángulo-. Canales no paró de porfiar y Zubeldia, en plan titán, sujetaba a todos. Zurutuza falló lo infallable delante de Pacheco y la tarde acabó, increíblemente sin sobresaltos.
Los dos meses que quedan apuntan a lo mismo, a un plácido y un tanto anodino final
Olía a ritual de lo habitual, pero el control del segundo tiempo fue absoluto