La primera piedra

No fue una Real alegre. No vimos un gran espectáculo en Anoeta. La mayoría de sus estrellas están sin estrella. Pero el partido de ayer sí que nos permitió confirmar que estamos ante una Real en ligera tendencia alcista. Y esa mejoría no ha llegado desde el ‘tiqui-taca’, ni desde la fantasía, ni desde aquel fútbol fulgurante que nos hizo vibrar hace poco más de un año. La Real ha conseguido dar señales de vida gracias a que se ha centrado en lo más básico y elemental que tiene el fútbol: ser un equipo relativamente sólido, que no concede facilidades a su rival y que se va a casa sin grandes sobresaltos, sin ver cómo su rival disfruta de media docena de ocasiones de gol. El Alavés apenas dispuso de un par de oportunidades ayer en un encuentro, en el que, por encima de las individualidades y de la fantasía, primó el comportamiento colectivo y en el que todos actuaron con la responsabilidad suficiente como para evitar transiciones peligrosas del rival. A este rendimiento grupal cabe añadir ciertas mejorías individuales, como la de Llorente o De la Bella, que han dado un paso al frente en los dos últimos partidos y la presencia de Zubeldia, que, más allá de aportar en tareas defensivas, permite ver aun Illarra llegador que se ha convertido en el segundo máximo goleador del equipo . La pregunta es si esta mejoría defensiva alcanza para algo más que para evitar sufrir. Probablemente no. Quizá para soñar con la lejana séptima plaza se requiera que este grupo recupere la chispa y que sea capaz de ofrecer algo más que un buen cuarto de hora en ataque. Probablemente la vuelta de Willian José ayude en esta faceta. Al menos, reencontrando cierta solidez, la Real ha puesto la primera piedra de su recuperación