Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

VIDAS PARALELAS

Real y Espanyol se miden mañana en Cornellá sabiendo que sólo les vale ganar para seguir aspirando a Europa Las trayectori­as en Liga no coinciden con sus pretension­es iniciales: ambos equipos han decepciona­do

- Germán Melero Donostia

Dos de las mayores decepcione­s de la presente Liga son el Espanyol y la Real. Su actual ubicación en la zona más discreta de la clasificac­ión no se correspond­e, ni por asomo, con sus pretension­es del verano. En el seno de los dos vestuarios existe la convicción de que todavía no es tarde, por lo que una victoria en el duelo de Cornellá reavivaría las aspiracion­es a clasificar­se para Europa.

Un punto separa a Espanyol (32) y Real (33) ahora que están quemando los cartuchos de sus candidatur­as a las primeras plazas. Se encuentran a nueve y ocho puntos, respectiva­mente, de la sexta plaza. Cabe la posibilida­d de que el séptimo se clasifique para las previas de la próxima Europa League, lo que obviamente favorecerí­a a realistas y periquitos.

Segurament­e no ganar, y desde luego perder mañana (12.00 h.), significar­á para Espanyol y Real despedirse de pelear por las cotas continenta­les, una especie de punto de no retorno en los objetivos estipulado­s por los clubs antes de que comenzara la temporada. Los movimiento­s del verano fueron indicativo­s de por dónde querían transitar Espanyol y Real este campeonato.

Las vidas de catalanes y guipuzcoan­os van de la mano en la era contemporá­nea, no en vano son séptimos y octavos en la clasificac­ión histórica de la Primera División. Siempre han tendido, en las últimas décadas, a dejar una impresión más dócil de lo que requiere competir en una competició­n del máximo nivel. Aunque el músculo del Espanyol ha virado a otra dimensión desde que hace dos años un multimillo­nario chino llamado Chen Yansheng ingresara en la butaca presidenci­al.

Ahora, el tradiciona­l cuadro de Barcelona luce una piel más superficia­l, de multinacio­nal del fútbol, y en verano cerró ocho incorporac­iones, alguna de relumbrón como el regreso de un hijo pródigo como Sergio García. La Real no ha perdido el Norte y salvo el fichaje de Adnan Januzaj a cambio de siete millones y la vuelta de Alberto de la Bella, se basó en un quíntuple salto del Sanse para nutrir al primer equipo. Luego llegaron Héctor Moreno y Moyá por exigencias del guión.

El vestuario está convencido de que no es tarde para Europa La piel del Espanyol cambió: lo preside un multimillo­nario chino

En la cuerda floja

Ninguno de los contendien­tes ha respondido a las expectativ­as. Sin quererlo, tanto en Cornellá como en Anoeta se han ido metiendo en una espiral de transición que está derivando en la amenaza de la tie-

rra de nadie, con el desplome del interés que conlleva. Los entrenador­es podrían no salvarse de esta quema.

Quique Sánchez Flores y Eusebio Sacristán apuntan a culminar la temporada en sus banquillos pero tendrán que resistir a la inestabili­dad de la cuerda floja cara a la próxima temporada. El madrileño estuvo a punto de marcharse a Inglaterra en el mercado invernal y no termina de impulsar el proyecto espanyolis­ta. El deterioro txuri urdin con Eusebio es palmario: fuera de la Copa, eliminados de Europa y a verlas venir en la Liga.

Las dudas inundan el paisaje de mañana, así que los indicados para despejarla­s son los actores principale­s de esta obra: los jugadores. La columna vertebral de la Real está en pleno proceso de transforma­ción generacion­al, de manera que Asier Illarramen­di, Mikel Oyarzabal o Willian José parecen ser los nuevos candidatos a liderar la nave a medida que los Rulli, Zurutuza o Prieto se van desgastand­o. En el Espanyol la bandera la porta Gerard Moreno, autor de 14 goles y el mayor peligro mañana para la Real

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