Hay que hacer algo

La Real ya se encuentra en ese punto al que nadie quería llegar. Con diez partidos por delante, no tiene un solo objetivo tangible al que agarrarse. Víctima de su propia negligencia (lleva toda la temporada perdiendo casi el 50% de los partidos) encara dos meses de competición que se pueden hacer muy largos y en los que el chapapote puede salpicar a todas las esferas, sobre todo si se siguen jugando partidos tan desesperantes como el de Cornellà. Hay que hacer algo. No se pueden seguir asumiendo derrotas, una tras otra, como si nada ocurriera. No se puede seguir perdiendo con siete jugadores de fuera en el ‘once’ titular. No se puede seguir poniendo la otra mejilla sin oponer menos, dando tantas facilidades. Tantas, que los 33 puntos de la Real a estas alturas son la cifra más baja desde que descendió a Segunda. Tantas, que es la tercera vez en las dos últimas décadas que se encajan más de 50 goles. Tantas que existe el riesgo de que la cifra de derrotas, ya de por sí elevada (13), se acerque a los peores registros de la historia del club. La situación es grave, hay que hacer algo y de Eusebio poco se puede esperar. Lo demuestra su discurso tras los partidos, ofensivo por lo poco que se refiere a lo que de verdad ha sucedido y que la mayoría ve. Y lo demuestra, sobre todo, el comportamiento del equipo, su falta de fe en lo que hace. La sencillez con la que los rivales desactivan a la Real, primero, y lo explican, tras los partidos, con la naturalidad que da el saber que el plan ha salido exactamente de la manera que esperaban. Hay que agitar el árbol. Y si Eusebio no está capacitado para hacerlo, Aperribay debe ser valiente y tomar decisiones drásticas para evitar que en el tramo final de Liga la Real arrastre su imagen más de lo que ya lo ha hecho