La delgada línea roja del Bidasoa
Los irundarras, que han empatado en dos ocasiones y han perdido seis partidos por un gol, se quedan en tierra de nadie
Saber gestionar los minutos finales, saber qué hacer en esos momentos decisivos y acertar puede suponer una diferencia notable en el devenir de una temporada. Más aún si la línea que separa las victorias de las derrotas, como en el caso del Bidasoa, es tan fina. El pasado sábado ante el Valladolid el equipo irundarra tiró por la borda en los últimos dos minutos una renta de dos goles para terminar perdiendo el partido a tres segundos del final. El problema es que este desenlace no es un hecho aislado y es precisamente esa mala gestión de los minutos finales la que está lastrando a un Bidasoa que se ha quedado en tierra de nadie.
Y es que son cinco los partidos de Liga que el conjunto que entrena Jacobo Cuétara ha perdido por un gol, a los que hay que sumar dos empates. Muchos finales apretados y demasiados puntos que se han marchado por el sumidero porque en esos desenlaces ajustados casi siempre la moneda ha salido cruz.
No fue así sin embargo en el primer final ajustado de la temporada, en Artaleku ante Logroño. Los de Cuétara llegaron con un gol de ventaja al último minuto y medio y Chiuffa no acertó con su lanzamiento a un minuto del final. En ese último ataque, Jon Vázquez marcó a 17 segundos del final, dejando el triunfo en Irun (27-25).
La siguiente jornada, en Valladolid, el equipo guipuzcoano tiró por la borda una jugosa renta de cinco goles en los últimos 15 minutos, bien es cierto que perjudicados por el arbitraje, y pese a llegar a minuto y medio final con opciones (28-27), terminó perdiendo por un gol (29-28).
Tres jornadas más tarde, en Granollers, el Bidasoa peleó de tú a tú contra uno de los ‘gallos’ de la competición, pero terminó perdiendo con un gol de Adrià Figueras a dos segundos del final (30-29) después de que con empate a 29 el Bidasoa hubiera desaprovechado dos ataques –cometió una falta en ataque y perdió un balón- para ponerse por delante.
La historia se repitió en Pamplona, donde el cuadro irundarra volvió a perder por un gol (24-23) tras desaprovechar una última posesión para empatar, incluyendo un golpe franco de Rodrigo Salinas con el reloj a cero.
Unas semanas más tarde, en Huesca, la fortuna sonrió a los de Cuétara que arrancaron un empate (22-22) gracias a un gol desde siete metros de Adrián Crowley a 14 segundos del final después de que los locales hubieran hecho el 22-21 a 37 segundos de la conclusión. Claro que minutos antes Bidasoa había gozado de un 20-21 a favor con posesión para ampliar su ventaja.
En las tres últimas jornadas la historia no sólo se ha repetido, sino que se ha multiplicado. En la jornada 19 el Bidasoa cayó en Artaleku por la mínima ante el Benidorm, aunque para cuando Nonó hizo el 34-35 apenas quedaban 13 segundos y los irundarras no tuvieron opción.
La semana siguiente los guipuzcoanos lograron un meritorio empate en Logroño, aunque Azkue dispuso de un último lanzamiento para ganar que sacó Gurutz Aginagalde.
Y el pasado sábado sucedió el más difícil todavía ante Valladolid. Azkue puso el 33-31 a 2’03’’ del final. Adrián Fernández hizo el 3332 a 1’11’’ tras recoger en seis metros un rechace del poste y luego Salinas realizó un pésimo lanzamiento. David Pisonero solicitó tiempo muerto a 42’’ de la conclusión y Camino, desde los siete metros, empató el partido a poco menos de 20’’. Quedaba una última posesión, pero a Salinas se le escapó el balón y Jorge Serrano terminó marcando a tres segundos del final sin que ningún jugador del Bidasoa le hiciera falta. Incomprensible.
También en la Copa
Esta historia de finales abruptos no es patrimonio de la Asobal porque en la Copa el Bidasoa también se fue a la calle por un gol. Fue en Santander, ante el Sinfín donde después de remontar cinco goles para ponerse a uno a menos de dos minutos del final, el equipo de Jacobo Cuétara murió en la orilla (29-28) para quedar apeado de la competición