La inercia masculina
En las transmisiones de fútbol femenino cuesta cambiar el género en el lenguaje La cadena GOL retransmitía este domingo el Barça-Atlético de Madrid de la liga femenina. Iván Fanlo y Natalia Arroyo hicieron una buena retransmisión del partido. A nivel de realización, la colocación demasiado baja de las cámaras no daba una buena perspectiva televisiva del juego. Más allá de lo visual, varios detalles de la transmisión y del postpartido delataban que el engranaje periodístico está tan acostumbrado a hablar de fútbol en masculino que, al cambiar el género, cuesta adaptar el contexto mediático y el lenguaje. Los rótulos de postproducción no contemplan el género femenino. Cuando la jugadora Lieke Martens se lesionó, un rótulo debajo del marcador especificaba el nombre y su posición en el campo: ‘Delantero’, se leía en pantalla.
En el postpartido, el presentador Felipe del Campo quiso comentar una decisión arbitral. Al hablar de la colegiada, dudó y preguntó a sus compañeros de mesa: “¿Se dice ‘la árbitra’, verdad?”. Los colaboradores asintieron. Poco después, en la entrevista a la jugadora del Atleti Sonia Bermúdez ,el redactor a pie de campo también sufrió la inercia del habitual género masculino y al despedirse de ella se refirió a Sonia como “una de los jugadores”. Es un lapsus sin más en la concordancia de género por rutina, pero delata la falta de costumbre de usar el femenino en el contexto futbolístico.
Resultó inevitable entrar en comparaciones entre hombres y mujeres. Mientras observaban unas imágenes de las futbolistas protestando una decisión arbitral, a Felipe del Campo le llamó la atención la manera como las jugadoras se dirigían a la árbitra. Ana Rossell, comentarista en la mesa, apuntó con una sonrisa que lo habían hecho “con educación” y Del Campo, con cierto tono jocoso, le preguntó: “¿Qué pasa? ¿Que los hombres no lo hacen con educación?”. Y Rossell, desmarcándose de entrar en ninguna polémica, sentenció: “Yo no he comparado”.
No es por comparar pero es obvio que al tener que hablar de fútbol femenino se nota que la maquinaria televisiva y la lingüística funcionan a medio gas y con ciertas inseguridades