Los malos hábitos
Los malos hábitos se propagan en el fútbol actual con la misma velocidad que una chispa provocaría un incendio en un almacén de paja. Dos de las primeras medidas que se han tomado desde que Imanol, que pasa por ser un tipo cercano, se hizo cargo del equipo son que no conceda entrevistas y que los entrenamientos de hoy y mañana, sin Liga el fin de semana, se celebren a puerta cerrada. El fútbol, una vez más, alejándose de la gente. No es fácil entender, desde el prisma del aficionado de a pie, qué hay que ocultar, qué hay que preparar, en una semana sin competición. Más incomprensibles son esas políticas de comunicación que convierten los mensajes de los protagonistas, a fuerza de filtrarlos por los conductos oficiales, en edulcorados productos artificiales, sin verdad ni naturalidad, impidiendo que el aficionado conozca un poco más al personaje, en este caso un Imanol Alguacil que ha caído de pie entre los aficionados. No podrán profundizar ni en su personalidad ni, sobre todo, en su ideario futbolístico porque la cerrazón que manda en el fútbol profesional, que roza en ocasiones la censura, lo impide. Todo para ellos, todo en una urna de cristal, todo desnaturalizado. Algo idéntico a lo que ocurre con las salidas de Eusebio y Loren. Después de más de dos años de trabajo en el club, el primero, y, tras media vida en la Real del segundo, zanjarán sus salidas con cartas huecas de contenido, vacuas, sin ofrecer una comparecencia pública que pueda arrojar algo más de luz que las explicaciones que se han dado estos días, superficiales en no pocos casos. Y es que el respeto hacia el aficionado no está entre las prioridades de un fútbol, profesional que, cada vez más, sólo se mira a su ombligo