Un central de verdad

Es verdad que los tiempos han cambiado y que ahora se lleva otro tipo de jugadores, más acorde con el fútbol moderno que practican -o intentan- la mayor parte de los equipos. Ahora, por ejemplo, se lleva eso de tener un portero que tenga un golpeo con el pie maravilloso, que ayude a la salida de balón del equipo. Se premia eso por encima incluso de que sea bueno bajo palos. Con los centrales pasa más de lo mismo. Ya no se llevan esos zagueros de antaño, duros, que conocían perfectamente la misión que tenían sobre el terreno de juego y que cumplían a la perfección. Su labor, más allá de la calidad que pudieran atesorar que, en algunos casos, era digna de mención, era defender. Ni más ni menos, y si había que dar alguna patada, no dudaban. Ahora están mal vistos. De hecho, cuando se ve una patada más dura de lo habitual, el central de turno tiene que ir casi a la cárcel. Antes, los equipos fichaban defensas pensando única y exclusivamente en potenciar el juego defensivo. Qué locura, ¿no? Ahora no. Ahora se prima la técnica por encima de cualquier otro valor. Vamos, que en defensa tiene que existir el jugón de turno. Parece que cuanto más temerario, mejor. La moda es sacar el balón jugado. El patadón, por lo menos en la Real hasta hace bien poco, estaba mal visto. Daba lo mismo que el rival presionara casi al borde del área. Pues qué quieren que les diga. Yo echo de menos el central de toda la vida del señor en la Real, así como el portero. Parece que con Moyá se ha comenzado a enmendar el error. Con el central habrá que seguir esperando porque Héctor Moreno es todo lo contrario a ese central de antes. De hecho reconoce que está trabajando la intensidad. Ojalá lo haga a conciencia porque la Real necesita muchas cosas, entre ellas, un central de verdad