MARTILLO ROGLIC Condenados a la épica
El esloveno vuela en la contrarreloj de Lodosa, se lleva la victoria y le arrebata el amarillo a Alaphilippe Da un paso importante hacia la txapela porque el galo se queda a 34’’ y Mollema aparece tercero a 1’33’’
Para alguien forjado en los saltos de esquí, la velocidad y el riesgo son una forma de vida. La rampa cambia, pero los paralelismos con una contrarreloj son evidentes. Es vital un buen posicionamiento. La aerodinámica lo es casi todo. Para meter unos segundos a los rivales o para llegar un par de metros más lejos. Primoz Roglic (Lotto Jumbo) cumplió los pronósticos en la crono de Lodosa (19,4 kilómetros). El esloveno ganó la etapa, le arrebató el maillot amarillo a Alaphilippe (Quick Step) y dio un gran paso para enfundarse la txapela de la Itzulia.
El esloveno zarandeó a todos los favoritos el primer día en Elkano. Aguantó el arreón del francés en San Pelaio en la segunda jornada. Había demostrado ser el más fuerte en un terreno que no era el suyo. Y cuando llegó su especialidad, arrasó. Roglic voló bajo el sol de la cuarta etapa en País Vasco.
Las distancias son siderales. Sobre todo para una ronda que acostumbra a moverse en un pañuelo. El nuevo líder le metió 42’’ a Alaphilippe en la meta navarra y en la general la distancia es de 34’’. El tercero es Mollema (Trek), a 1’33’’. La pelea por el podio sí que está más abierta. Por detrás del holandés aparecen Konrad, a 1’36’’; Gorka Izagirre, a 1’42’’; Buchmann, a 1’48’’; Landa, a 1’51’’; y Pello Bilbao, a 1’57’’.
El cambio estético realizado por la organización conllevaba que el trazado de la crono no fuera el habitual en la Itzulia. Los rodadores partían con ventaja. La primera mitad del recorrido encerraba alguna complicación más. Luego emergía una recta muy larga en la que se encontraba el punto intermedio para tomar referencias. Carretera ancha. Ideal para los especialistas. El viento también hizo acto de presencia. Pegó lateralmente y fueron varios los corredores que reconocieron que se les hizo duro.
Cuando todos sufrían, Roglic disfrutaba. No se movía ni un centímetro del sillín. Trazó una línea recta imaginaria y la siguió. Su pedaleo era sencillo. Le comía metros a la etapa como si no costara. Elegancia pura sobre la bicicleta. No le perturbaba el frío, la nieve o la velocidad de los saltos, como para ponerse nervioso en una lucha contra el reloj de este tipo.
El esloveno fue un auténtico martillo en Lodosa. Abrió brecha poco a poco con el resto de aspirantes a la victoria. En el llano o en el repecho de Sartaguda. No había perdón posible. A dentellada pura. Roglic fue sin cadena. La meta estaba en una curva y el del Lotto Jumbo la cruzó casi derrapando. Cada segundo puede ser oro de cara al triunfo final y no estaba dispuesto a dejarse nada en el tintero.
El único que parece capaz de hacerle sombra a Roglic es Alaphilippe. Quizá perdió más tiempo del esperado en tierras navarras, aunque sus opciones se mantienen intactas. Restan dos días por delante y no hay que pasar por alto unas bonificaciones que pueden jugar un papel decisivo en la Itzulia. Al resto solamente le queda la épica. Lanzar un ataque desde larga distancia, trabajar en conjunto contra el esloveno o que la lluvia prevista para mañana sea protagonista.
La terna vasca que estaba a la espera se movió en los mismos parámetros. Pello Bilbao y Gorka Izagirre calcaron su tiempo en la meta y Landa perdió 5’’ respecto a los dos. Cumplieron, pero es un terreno en el que su mayor objetivo era minimizar las perdidas. Los Sky apostaron fuerte por la victoria parcial. Quieren llevarse algo a la boca en País Vasco. Habían trabajado duramente. El equipo británico coló a Kiryienka, Castroviejo, Kwiatkowski y De la Cruz entre los siete primeros. No fue suficiente para mejorar el registro de un contrarrelojista forjado en los saltos de esquí