Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

El hombre del látigo

Roberto Olabe aterriza por tercera vez en Zubieta, ahora con vía libre para imponer sus planes, rodeado de gente afín

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Como en la ocasión anterior cuando trabajaba en Qatar, la llamada de Jokin Aperribay ha podido más que cualquier contrato en vigor, ahora en el Independie­nte del Valle de Ecuador donde trabajaba, para plantarse de nuevo en Zubieta, de donde salió escaldado hace veinte meses cuando no encontró el camino despejado para imponerse. Ahora no encontrará obstáculos por la garantía de quienes le traen para rodearse de gente cercana que atiendan con aceptación sus planteamie­ntos.

Roberto Olabe llegó por primera vez a la Real de portero y no pudo pasar de ser la sombra de Alberto. Había ascendido con el Salamanca y aceptó venir a Zubieta, donde se mantuvo cuatro temporadas siempre en el banquillo, salvo un partido en la primera y el último de la 98-99, justo en Mendizorro­za, donde el 2-1 del Alavés dejó a sus paisanos en Primera (recuerden la anécdota del gol marcado por De Pedro que acortaba distancias de los goles de Julio Salinas y Magno y tuvo que pedir perdón por la que se armó).

Al año siguiente pasó al cuerpo técnico de la Real donde se implicó a tope y llegó a entrenar al juvenil, antes de animarse en la 2001/2002 a saltar la banquillo del primer equipo, pese a no tener aún carnet para ejercer de entrenador. Fue Jesús Zamora el que firmaba como primer técnico y Roberto figuraba en las actas como delegado para poder actuar en el área técnica de los partidos.

Tomó el relevo a Toshack en la jornada 33, con la Real decimosext­a. Olabe consiguió la permanenci­a con el decimoterc­er puesto final, tras sumar los últimos 14 puntos en ocho partidos, cuatro triunfos, dos empates y dos derrotas. La siguiente temporada llegó Denoueix y Olabe tomó un puesto relevante en la secretaría técnica del club. Hizo muy buenas migas con José Luis Astiazarán, pero en la llegada de Denon Erreala a la gestión del club, Olabe salió con demanda de por medio. Nombrado presidente de la LFP, Astiazarán le quiso hacer director de una Liga de filiales que finalmente no salió.

Olabe probó en diferentes banquillos (en el Eibar no acabó la temporada y en marzo le relevó Javi Pérez ,el actual secretario técnico de la Real), pero su destino parecía más enfocado hacia puestos de organizaci­ón y siguió ese camino que ahora afronta en la Real, con algunos principios que el martes trató de explicar sin explicar en su presentaci­ón. Al ser la segunda intentona y con la insistenci­a de Aperribay de por medio, Olabe tiene garantizad­a la dirección total del fútbol del club y nadie va a ponerle trabas. No tardará en rodearse de gente afín para el trabajo, además los necesita ya que insistió en aquello que ya dijo en su llegada anterior de no ser un fichador y está claro que es algo que necesita el primer equipo realista. Acertar en la contrataci­ón de refuerzos que eviten repetir una temporada tan triste como la actual será una prioridad.

Olabe habla de volver a ser campeones y, sobre todo, entendí en su comparecen­cia que va a insistir en vigilar el acceso y continuida­d de los jugadores que llegan al primer equipo desde la cantera. Habló del segundo año y los siguientes de esos chavales que llegan arriba como una gaseosa, muy explosivos al principio pero que pierden fuelle después y el club los cede para mejorar sus prestacion­es, aunque pocos de los que salen después de haber debutado en la primera plantilla regresan.

Con Roberto no hay tonterías, además su forma de hablar le hace crecer su personalid­ad de mucho carácter. No se andará con chiquitas, sea o no la mejor fórmula a aplicar, pero se aplicará. Al final, como él mismo recalcó, se hará el responsabl­e de todo lo que pase en el club: “Si algo sale mal tocad la puerta de Roberto” dijo.

Tenemos claro que ahora viene con mando en plaza, cosa que también antes lo parecía pero topó con los que estaban y, aunque pretende transmitir tranquilid­ad a la situación del primer equipo, remodelar la plantilla para la próxima temporada es cosa que requiere de una urgente intervenci­ón y para ello, de un fichador que proponga alternativ­as y un entrenador que conduzca la nave más importante del club, la que lo sustenta

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FOTO: RS Jokin Aperribay y Roberto Olabe posan sobre el estadio de Anoeta

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