Lo que pudo ser y no fue
Pudo ser una temporada hermosa, pero ha estado lejos de serlo. Partidos como el del domingo ante el Girona hacen pensar que la Real tiene un potencial que no ha sabido explotar en esta campaña decepcionante en la que los objetivos han estado lejos de cumplirse. Eusebio le dio mucho en los dos años y medio que estuvo en el banquillo, pero desde hace mucho tiempo se veía que la Real había dejado de ser competitiva con el entrenador pucelano, que tampoco supo flexibilizar sus postulados. Ese estilo requería casi de la excelencia en el juego para que fuera verdaderamente productivo y que los futbolistas creyeran ciegamente en él para poder desarrollarlo. Pero las primeras derrotas y la constancia de que era una fórmula fácilmente contrarrestable les hicieron dudar. Y ahí comenzó a morir un fútbol que hizo gozar muchísimo el pasado curso. La reacción fue demasiado tardía. Con Imanol, han crecido la intensidad, el orden y la implicación de todos, entre ellos varios jugadores que se sentían desclasificados. Es imposible saber qué habría sido de haber hecho una mejor gestión del equipo -algunos de los más habituales se fundieron-, de haber sabido manejar mejor los partidos y sujetar las victorias -seis derrotas tras ir ganando en Liga y la eliminatoria ante el Salzburgoo de haber relevado antes al técnico, pero quizá a estas alturas habría algunos incentivos más jugosos. Entre otras cosas, la Real ha desaprovechado un talento goleador impresionante para un equipo de la mitad baja de la tabla. La Real es el cuarto máximo goleador de la Liga y puede firmar la temporada más realizadora de su historia. Prácticamente todos los jugadores que han participado han marcado. Y no ha valido para ser felices. Pudo ser. No fue