Rebeldes con causa
VALVERDE AGRUPÓ A LOS SUPLENTES para que hicieran su propia revolución. Una mezcla pensando en la final de Copa que mostraba a la vez lo que hay al fondo de la nevera. Y lo que encontramos no es tan decepcionante como a veces se dice desahogadamente en los arrebatos de enfado. Así que la mitad de los titulares se quedó en casa y la otra en el banquillo de Balaídos para mostrar a un Barça inédito y extraño pero batallador y burbujeante. La revolución de los suplentes jugó a ganar desde el principio, con desacierto y pérdidas, sí, a golpe de reivindicación y superando con entrega la dificultad de no haber jugado juntos y la infelicidad de su poca participación. La mezcla de tanta rebeldía fue desigual, más bulliciosa en el área gallega por las ganas de Dembélé de sentirse protagonista, recompensadas con un golazo, por el toque suave de Coutinho y por Alcácer, que firmó una asistencia y un tanto. La sala de mandos, con André Gomes, Paulinho y Denis Suárez sufrió por sus propias imprecisiones, muy por encima de la pareja Vermaelen-Yerri Mina que apenas habían jugado juntos.
EL EMPATE ES BUENO PORQUE los suplentes, sospechosos habituales, sumaron un punto que acerca más la Liga, alargaron la racha a 40 invictos y tuvieron minutos de lucimiento. El Mosquito rompió el marcador y el gol de Alcácer, que ponía el 1-2, a pase de Semedo, coronó una sucesión de 30 combinaciones con el balón controlado durante 72 segundos (min. 63). Para entonces Messi ya estaba en el campo como revulsivo para rematar el partido. Su presencia causó un efecto atemorizador en el Celta, replegado en su área, pero el Barça no pudo superar la expulsión de Sergi Roberto, provocada por Iago Aspas cuando se iba solo ante ante Ter Stegen, que estrenó capitanía y tuvo una actuación salvadora. Aspas igualó con la mano en el arreón final. El Barça ya está metido en la final de Copa, un duelo al que llega con sus titulares descansados y Cillessen en la meta