Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Las heroicidad­es, para otro momento

La Real claudica en su pelea europea víctima, sobre todo, de su bagaje hasta marzo

- Xabier Isasa

La Real decidió, por voluntad propia, jugar buena parte de la temporada sin portero y sin entrenador. Un lastre demasiado pesado como para buscar responsabi­lidades directas en el partido de anoche en Sevilla al hecho de que una plantilla que jugó de maravilla hace un año, se haya quedado sin opciones europeas a falta de dos partidos para la conclusión del campeonato. Viendo el escenario hace mes y medio, cuando Imanol se hizo cargo de un equipo que era lo más parecido a un cadáver tras perder frente al Getafe, bastante ha hecho con traerlo con vida hasta este punto. Las heroicidad­es, habrá que dejarlas para un mejor momento.

Lo que la Real había logrado de la mano de su actual entrenador era optimizar el desfibrila­dor hasta límites insospecha­dos. Lo que exigía la lucha por la séptima posición era poco más que regresar desde el otro lado del túnel, desde allí donde dicen se ve el final de la luz cuando todo acaba. La Real había llegado hasta el final de ese último camino y si llegó ayer resucitada al Sánchez Pizjuán fue por la metamorfos­is obrada por Imanol, que hasta ayer había sumado más de dos puntos por partido. No le ha alcanzado para más.

Los partidos tienen vida propia

Es verdad que en medio está el borrón de Málaga y que en el partido de ayer se echó de menos que de la Real se apoderara ese punto de desesperac­ión que suelen tener, por ejemplo, los partidos de vuelta de las eliminator­ias coperas. Reforzado en sus postulados futbolísti­cos, Imanol pareció apostar ayer por llegar a la victoria por la vía más convencion­al, por un fútbol más racional, por los mecanismos que le han dado el éxito en la mayoría de las jornadas precedente­s.

Pero los partidos tienen vida propia y si en Málaga esperó un rival dañado en su amor propio que no estaba dispuesto a firmar un ridículo ante la Real, ayer reapareció en escena ese entrenador tan poco convencion­al que es Joaquín Caparrós, maestro en el otro fútbol, en no jugar. El Sevilla le ganó con poco a una Real que, sin em-

bargo, no leyó bien algunas de las claves esenciales que incluía el duelo de ayer en Nervión y que, desde luego, poco o nada tenían que ver con un relato futbolísti­co convencion­al.

Viendo jugar a la Real con la personalid­ad que lo hizo en el primer acto y viendo el repertorio exhibido durante gran parte del encuentro por Moyá, lo que verdaderam­ente da rabia es que la de ayer fuera la última bala de este equipo. Si desde las altas instancias que dirigen este club hubiesen tenido la valentía de tomar decisiones antes, es posible que hoy estuviéram­os hablando de un final del cuento bien diferente

Imanol había optimizado al máximo el desfibrila­dor pero ya no dio para más

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FOTO: EFE Nervios finales En los últimos minutos se formó una pequeña tángana al empujar Willian José a Mercado, en el suelo, que le había hecho falta por detrás
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FOTO: EFE Raúl Navas se anticipa a Sandro para cortar un envío sobre el delantero del Sevilla

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