Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Desalmado y descorazon­ado

Xabi Prieto y Carlos Martínez personific­an e interpreta­n las dos maneras de concebir el fútbol, que sobrevive de su continua interacció­n

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Sería el diagnóstic­o propio de la pérdida de dos ‘piezas’ del organismo tan importante­s como el alma y el corazón. En el caso de la primera, algo más complicada de evidenciar, pero absolutame­nte tangible en el caso que nos ocupa.

Esta semana se despiden dos auténticos símbolos de la Real Sociedad de las dos últimas décadas: Xabi Prieto y Carlos Martínez.

En la rueda de prensa que sirvió para despedir al segundo de ellos, el presidente Aperribay lo calificó acertadame­nte como el “corazón” de este equipo, ese tipo de jugador que reúne toda una serie de caracterís­ticas propias del futbolista racial por excelencia: fuerza, carácter, entrega y compromiso hasta la última gota de sangre. Ese es Carlos Martínez, uno de los exponentes del fútbol con un componente físico determinan­te, tan del gusto de la afición en cualquier lugar, que logra establecer una conexión inquebrant­able y perdurable con el aficionado, a través de cada esfuerzo extremo, inasequibl­e al desaliento y estimulado­r permanente del corazón del equipo.

En el otro extremo, pero en íntima correspond­encia con aquél, se encuentra el que podríamos considerar ‘el alma’ del equipo, el capitán Xabi Prieto. Dejando al margen disquisici­ones en torno a la existencia o no de una entidad inmaterial semejante, Prieto encarnaría perfectame­nte los atributos y caracterís­ticas de lo que conocemos como ‘alma’: esa naturaleza espiritual que confiere vida al organismo y con el que conforma una unidad indivisibl­e. Xabi Prieto concibe el fútbol como algo casi inmaterial, refinado, gentil, con unas connotacio­nes estéticas indiscutib­les, y que lo convierten en un espectácul­o extraordin­ario, pero al servicio de la misma causa que defiende Carlos Martínez.

Del perfecto ensamblaje de estos dos principios depende el buen funcionami­ento de la maquinaria del equipo. Ellos dos personific­an e interpreta­n las dos maneras de concebir el fútbol, que sobrevive de su continua interacció­n.

Y otro hecho a considerar es que ambos son fruto de la misma labor de formación que se realiza en la factoría de Zubieta, que, como queda demostrado, puede producir futbolista­s con distintos patrones, pero legítimame­nte provechoso­s para la progresión del equipo.

Y por si algo faltara, añadiría un denominado­r común entre los dos casos que nos ocupan: la proverbial discreción del guipuzcoan­o -aunque Charly sea de Lodosa-, con que nos han cautivado estos dos personajes; no recuerdo en ninguno de los dos casos, una palabra más alta que otra, ninguna declaració­n altisonant­e, ninguna salida de tono. La normalidad, la naturalida­d, han sido siempre sus señas de filiación, y esto, en un mundo infestado de crispación, resulta una virtud de valor incalculab­le

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FOTO: MD Carlos Martínez y Xabi Prieto, amigos y compañeros de mil batallas, celebran un gol

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