Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Hungría se descubre al pelotón

Barnabás Peák se impone al sprint en Hondarribi­a y Juan Pedro López mantiene el maillot de líder

- Iñaki Aiete

A estas alturas de la película, cuando el sol de primavera anuncia calidez en cada rayo, el Danubio está rodeado de ciudadanos que cogen la bicicleta para atravesar Budapest, una ciudad encantador­a. Allá en la capital húngara se forjó, hace no mucho, Barnabás Peák, uno de los pocos ciclistas que ha visto nacer la ‘ciudad balneario’. Ayer ganó en Hondarribi­a, otra bella localidad, no tan grande, sí más encauzada a ver corredores que acaban de nacer.

Hungría no se prodiga en el profesiona­lismo txirrindul­ari y la victoria de Peák fue algo así como un descubrimi­ento al pelotón. Aunque fuera el amateur, aquel que todavía está a las puertas de lo más granado de este deporte. Por

algo se empieza, y Peák, pura clase ayer en la comarca bidasoarra, sacó arrestos para imponerse como mandan los cánones cuando se trata de decidir quién gana al sprint. Fue el más rápido por su talento en esta clase de llegadas.

El gran grupo había neutraliza­do cuatro kilómetros antes al último

fugitivo: Archibold, el quinto de la general. Pedaleaba con la intención de alborotar la Vuelta al Bidasoa, el pelotón se dio cuenta y se puso manos a la obra en su busca y captura. La reacción coral fue un éxito y Archibold no se salió con la suya. Nadie más lo intentó.

Juan Pedro López, el sevillano del Polartec que ganó en la etapa inaugural, conservó en Hondarribi­a el jersey que le viste de líder. Su equipo, como si estuviera oyendo voces de su padrino, Alberto Contador, controló la segunda fracción de la Vuelta en todo momento. Hasta en Jaizkibel, el tramo emblemátic­o del día.

El Lizarte ayudó al Polartec Jaizkibel arriba con el ánimo de cazar a la fuga de la jornada. Deprez, Ruiz y el anteriorme­nte citado Archibold fueron los tres que coronaron antes que nadie la cima de primera categoría. Faltaban entonces nueve kilómetros y medio para la conclusión de la etapa y el trío de cabeza aventajaba al grupo en 30 segundos.

Desde allí arriba se ve claro todo: el que mejor baje a Hondarribi­a se lleva la palma. El desenfreno

puro. Sin lugar a las dudas, hay que ser rápido antes que dubitativo. Cuesta abajo y, cuantos menos frenos, mejor. Archibold lo entendió mejor que sus dos compañeros de fatiga y aguantó el ritmo de un pelotón compuesto por una treintena de unidades.

Archibold resistió hasta los cuatro kilómetros finales, hasta que el pelotón, el máximo mandatario de la etapa, dijo basta. Engullida la máxima amenaza y con el líder respirando, quedaba finiquitar la tarde con un ganador nacido para imponerse al sprint.

Y entonces emergió la inusual figura húngara de Peák. De pasearse por el Danubio a acelerar en plena Hondarribi­a. Ya es primavera, aquí el sol no calienta tanto como el Budapest, pero Hungría se va descubrien­do al pelotón

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FOTO: UNANUE Barnabás Peák celebra exultante su victoria en la línea de meta de Hondarribi­a El húngaro se impuso al sprint con autoridad
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