El tiempo perdido
No hay daño tan grande como el del tiempo perdido”. La frase de Miguel Ángel Bounarroti concreta las sensaciones tras el encuentro del sábado ante el Leganés, saldado con un triunfo sin brillo y con imágenes para la historia con las despedidas de
Carlos Martínez, y, sobre todo, de Xabi Prieto. Demasiado tiempo perdido. Con el estadio y con el entrenador. El eterno capitán y el corajudo lateral se despidieron de los ocupantes del fondo norte sobre una pista de atletismo impuesta hace 25 años que no ha servido para absolutamente nada en este cuarto de siglo. Un mundial de veteranos, el campeonato de España absoluto y un campeonato de España junior hace un porrón de años no justifican la ingente pérdida de puntos que ha supuesto el forzado distanciamiento de la grada con respecto al terreno de juego y la frialdad que ha provocado. Un error histórico gravísimo que se ha querido reparar desde hace 15 años y que, incomprensiblemente y hasta la actualidad, sólo se ha topado con obstáculos y palos en las ruedas con tufo político para materializarse. La tenacidad de Aperribay ha logrado derribar todos los muros y hacer efectivo el anhelo de una inmensa mayoría de socios que se han pasado demasiados años denostando un tartán por otro lado destartalado e inservible desde hace por lo menos una década. Penoso. En ese encuentro ante el Leganés, haciendo un partido más bien soso e irregular, la Real obtuvo su cuarto triunfo consecutivo en casa en los cuatro encuentros con Imanol en el coliseo de Amara. Cinco victorias en ocho partidos con el técnico de Orio, que estaba ahí, en la recámara, todo el rato. Tiempo perdido. “El tiempo perdido es más caro que el dinero gastado”. Y tanto, Coelho