Querer o no querer

Es difícil que un jugador o un entrenador sepan conjugar el trabajo con sus sentimientos, que desarrollen plenamente lo primero sin mancillar los segundos. Lo normal es que un profesional adopte las decisiones relacionadas con su carrera pensando únicamente en lo mejor para su trayectoria profesional, en lo que más pueda proyectarle o saciar su cuenta corriente. Pero hay ejemplos de gentes del fútbol que priorizan los mandatos de su corazón y, lo que es más importante, lo demuestran con hechos. Xabi Prieto ha encarnado esta ‘rara avis’ en el fútbol contemporáneo rechazando ofertas deportiva y económicamente más potentes con la Real Sociedad en Segunda y hundida financieramente, sin tener la certeza de cobrar todos sus honorarios. Otra muestra la ha ofrecido Imanol Alguacil, aceptando una tarea que no quería desempeñar porque no se sentía preparado, la de entrenar al primer equipo, y con la que no ha querido continuar a pesar de demostrar que sí lo estaba. Garitano ha rechazado una mejor propuesta del Leganés para venirse a casa y dirigir al equipo que veía ganar títulos desde las gradas de Atotxa cuando era un niño. Allí tiene su casa, un pueblo que le adora y una afición que le iba a perdonar todo. Pero se ha decidido por venir. Demuestran sentimientos con hechos, no los venden con palabras. Emery dijo que el 50% de su corazón estaba en la Real antes de volar a Londres y fichar por cuatro años con el Arsenal. Lógica elección, quizá no tanto su declaración de amor. Canales se va al Betis, al Betis, tras rechazar la propuesta de Olabe de seguir en la Real. La Real. Se va diciendo que deja su casa, que será siempre un txuri urdin y dando las gracias, pero ha sido un desagradecido. Un txuri urdin de palabra, no de corazón