Nada es para siempre
La Real afronta un definitivo cambio generacional en el que va a hacer falta mucha precisión para seguir siendo competitivos sin renunciar a los ideales
Que nada es para siempre en el fútbol se ha escenificado de forma admirable, en cada latitud a su manera, en las últimas semanas, con las despedidas a tres mitos de la Liga como Xabi Prieto, Andrés Iniesta o Fernando Torres. Sin querer categorizar porque para nosotros ningún futbolista es comparable con el nuestro, el único que se retira jugando todos los partidos de su trayectoria en el mismo club, la marcha de unos rostros que han formado parte de la foto fija de nuestras vidas futbolísticas en casi todo lo que va de siglo XXI ratifica que en este negocio es imprescindible estar alerta, siempre en disposición de activar el botón de regeneración. Hasta para sustituir a los más indiscutibles pilares, a esas referencias que parece van a estar ahí para siempre.
Este proceso de reconstrucción se ha puesto en marcha en la Real de forma violenta y acelerada. En los últimos dos meses el club ha sufrido una convulsión brutal, que ha afectado a todos sus cimientos y que abre una nueva era que, a priori, desembocará casi en el final del mandato de Jokin Aperribay. La llegada el jueves de Asier Garitano culmina el proceso de regeneración de la cúpula técnica de la entidad, que arrancó en marzo con las salidas de Loren y Eusebio y el retorno de Roberto Olabe. En estos dos primeros meses al frente, el exportero vitoriano ha dado arranque a una metamorfosis importante en la entidad, mirando sobre todo a Gorabide, a la formación, que, en cualquier caso, sólo será exitosa a ojos de la profana mayoría si la punta del iceberg, el primer equipo, funciona. El elegido para hacer que esa nave funcione, Garitano, ha firmado hasta 2021 y si cumple su contrato, con el nuevo estadio ya construido, es posible que el actual presidente entienda que su labor ha concluido después de 13 años al frente del club.
Nos adentramos en una etapa más decisiva de lo que puede aparentar la entidad txuri urdin, que rezuma salud económica por los cuatro costados. Primero, porque apenas quedan ya futbolistas en el plantel de la guardia pretoriana que llevó a la Real de Segunda a la Champions, la que la sacó de las mazmorras deportivas y sociales. Agirretxe, Zurutuza, Illarramendi y De la Bella son los únicos supervivientes de una época gloriosa del club, que ha reportado algunos de los mejores éxitos deportivos de la historia de la entidad, así como toneladas de millones en forma de lucrativos traspasos que han terminado no sólo de sanear la sociedad sino que la han situado en el mejor momento financiero de su historia.
Pero es que, además, si echamos un vistazo a las referencias del último gran éxito del club, el pase a la Europa League del que sólo ha transcurrido un año, veremos que jugadores básicos de ese logro como Rulli, Yuri, Iñigo, Vela y Prieto no estarán la próxima temporada, otros como Willian José u Odriozola pueden ser objeto este verano de seductores cantos de sirena y algún otro como Zurutuza (32 años) no viene de firmar su mejo campaña.
La llegada de Garitano es sólo el inicio del cambio generacional definitivo que se va a producir en la Real y en el que hará falta mucha precisión y tino para mantener el nivel competitivo de un club que quiere seguir siendo fiel a sus ideales