Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

25 años no es nada

El 13 de junio se cumplirá un cuarto de siglo del último partido en Atotxa, un campo imposible de olvidar

- Xabier Isasa Donostia

Oceano encaró a Agustín, que defendía en la segunda parte la portería del Tenerife, la del mercado de frutas, y picó ligerament­e el balón por encima del portero que se había formado en el Real Madrid. Fue la última vez que Atotxa celebró un tanto, una sensación que permanece en la retina de todos los que tuvieron la fortuna de vivirlo aquel 13 de junio de 1993.

Ahora que la remodelaci­ón de Anoeta se apodera de la rabiosa actualidad, adquiere más vigencia que nunca rememorar toda la mística del campo que le dio el testigo. El 13 de junio se cumplirán 25 años desde que el vetusto campo del paseo de Duque de Mandas echó su telón oficial con aquel triunfo sobre el Tenerife. Un cuarto de siglo después, la Real se adentrará en una nueva era, ya que estrenará estadio sin haber olvidado ni un sólo momento de todos los mágicos momentos vividos entre las cuatro paredes de Atotxa, un escenario imposible de olvidar.

Atotxa acogió un total de 1.241 partidos oficiales, ganando 805 y perdiendo 181. 907 fueron de Liga, todos ininterrum­pida mente en Primera a partir de 1967 ya que en el viejo campo fue donde se gestó el ascenso de Puertollan­o y sería ya en Anoeta, 40 años después, cuando la Real regresó a Segunda. 171 encuentros del más del millar que acogió Atotxa fueron de Copa, donde también se gestó el título de 1987 y la final de 1988, con memorables eliminator­ias ante Atlético de Madrid y Real Madrid. Y fue también en Atotxa donde la Real se asomó a Europa por primera vez, llegando a acoger cinco partidos de la Copa de Europa y 13 de la Copa de la UEFA. En el añorado campo logró la Real uno de sus cinco títulos, la Supercopa de 1982, remontando el 1-0 de la ida al Real Madrid (4-0) en una noche inolvidabl­e en la que los txuri urdin, tras igualar la eliminator­ia con un gol de Uralde, arrollaron a los merengues en la prórroga con otro tanto del ariete gasteiztar­ra, un tercero de López Ufarte y una diana de Salguero en propia puerta. Atotxa vivió una orgía aquel 28 de diciembre de 1982 al hacer doblar la rodilla al archienemi­go blanco. Fue cualquier cosa menos una inocentada.

Es evidente que en Atotxa la Real escribió gran parte de su leyenda, que redactó las páginas más gloriosas de su historia, al calor del mejor equipo que ha tenido el club en sus 109 años de vida. Pero si el viejo campo permanece en el ideario colectivo, en la memoria de todo el que tuvo la suerte de conocerlo, es por su entrañable espíritu. Era un campo con personalid­ad propia, allí transcurri­eron los mejores días de las vidas de tantas y tantas generacion­es cuando el fútbol era otra cosa muy diferente a lo que es ahora.

A Atotxa se iba hora y media antes para coger sitio, de pie, en los fondos, detrás de ambas porterías. Y se iba con el recorte que publicaban los periódicos que servía como brújula indispensa­ble para descifrar los diferentes signos que empleaba el marcado simultáneo ‘Dardo’, el que permitía conocer los resultados de los otros estadios. Era un fútbol en el que todos los partidos se jugaban a la vez y en el que el aroma a puro se apoderaba de toda la atmósfera, sin que al de al lado le importara un comino. En Atotxa se amedrentab­a al rival, porque cuando lanzaba un córner se le podía tocar con las manos y Atotxa era una olla a presión porque si bien la frialdad de la afición de la Real era similar a la actual, la caja de resonancia que era el viejo campo lo permitía. En Atotxa había policía sentada en sillas de madera plegables entre la valla y la línea de cal y los anuncios publicitar­ios que se recitaban por megafonía (“¡Cafés Gao, Gao que sí! o ¡Euskal Piel, napa, piel vuelta y peletería en general!”) se convirtier­on en la banda sonora de nuestras vidas.

Si a los últimos presidente­s de Atotxa (José Luis Orbegozo e Iñaki Alkiza) les hubieran dicho alguna vez que la Real tendría un campo como el que inaugurará la próxima temporada en Anoeta, se les habrían caído las lágrimas lo que no es óbice para que, ahora que se cumplen 25 años de su cierre, cada día se siga echando de menos a Atotxa

Atotxa acogió 1.241 partidos oficiales, de los que la Real ganó 805

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FOTO: MD Vista general del campo de Atotxa obtenido desde el córner del fondo norte, el del mercado de frutas. Al fondo, detrás del fondo sur, la imponente torre tan caracterís­tica en las imágenes del viejo estadio de Duque de Mandas
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