Ramos Marcos eligió Atotxa para despedirse
Puso fin a 25 años en el arbitraje pitando un Real-Sevilla que terminó con victoria txuri urdin
“Plaza me preguntó en qué campo quería despedirme. Y yo no tuve ninguna duda. Le dije que en Atotxa y el me preguntó por qué, habiendo otros campos más grandes como el Bernabéu o el Camp Nou. Y le dije porque era un campo histórico que estaba viviendo su última temporada”. José Plaza era por aquel entonces el presidente del Comité de Árbitros y con el que mantenía esa conversación era Joaquín Ramos Marcos (Salamanca, 1.946) que vio cumplido su sueño de poner el punto final a su carrera en el arbitraje en el recordado campo de Duque de Mandas.
Ramos Marcos puso fin a 25 años pitando partidos un 12 de diciembre de 1992. Era la jornada 12 y eligió pitar un Real Sociedad-Sevilla. Otro de los motivos por los que accedió a dirigir ese encuentro fue por la presencia en el mismo de Diego Armando Maradona. “Maradona jugaba también su última temporada en España en el Sevilla y me apetecía despedirme con él sobre el verde”. El azar quiso que en su último partido de manera oficial pudiera cumplir todos sus deseos.
Pero la historia de Ramos Marcos con Atotxa y la Real comenzó mucho tiempo antes. Casualidades de la vida, su primer partido en el añorado Atotxa también fue un duelo que enfrentaba al conjunto blanquiazul ante un Sevilla entrenado por aquel entonces por Miguel Muñoz y en el que militaba, como bien es sabido, Bertoni, que al final de esa campaña se convirtió en el ejecutor de una Real a la que dejó compuesta y sin título con ese doblete.
Fue en la temporada 79/80, de infausto recuerdo para la parroquia realzale. “Yo empezaba a arbitrar en Primera División y la Real tenía un equipazo. Mandaba mucho en la Liga. Tengo muy buenos recuerdos tanto del equipo como de su campo”, asegura el excolegiado.
A la hora de referirse a Atotxa, lo califica como “un desastre, sobre todo cuando llovía”, recuerda entre risas el protagonista de esta historia. “No había quién metiera los pies en el campo porque era todo barro, pero como en muchos otros campos de Primera. Se tenía que jugar así. Ahora los campos son otra cosa. Muchos partidos de aquella época ahora no se jugarían, se suspenderían”, asegura con cierto tono nostálgico.
No recuerda que hubiera mucha presión, teniendo en cuenta, claro está, que era un campo importante. “Sus aficionados daban voces, pero como en todos los campos”, rememora un Ramos Marcos, que llegó a cruzarse en el camino de la Real en numerosas ocasiones, una de ellas en la Copa del Rey que el equipo blanquiazul ganó en La Romareda al Atlético de Madrid. Ramos Marcos también se acuerda de aquel 27 de junio de 1987. “Hacía mucho calor. Fue un partido de muchos nervios, sobre todo en el tramo final de los 90 minutos de tiempo reglamentario. Luego llegaron la prórroga y los penaltis y al final fue la Real la que ganó”, recuerda un Ramos Marcos, que des- taca la manera de ser de los jugadores de la Real. “Era un equipo importante y para mí, que era un recién llegado a la competición, era especial pitar a un equipo como aquel en el que había tan buenos jugadores. Me acuerdo de Idígoras, de Zamora, de López Ufarte, de Arconada... Me acuerdo de casi todos aquellos futbolistas que pusieron a la Real en lo más alto”. En este sentido, deja claro que “a mí no me protestaban mucho. Al ser lo que eran, futbolistas de renombre, no eran muy protestones”.
Ese 12 de diciembre de 1992, Joaquín Ramos Marcos ponía el punto final a 25 años de carrera como colegiado en Atotxa, un campo que cerró sus puertas para siempre seis meses después. Ese Real-Tenerife tuvo como colegiado al fallecido José Francisco Pérez Sánchez
“Plaza me preguntó dónde quería pitar mi último partido y yo no tuve ninguna duda”
“En mis inicios la Real fue cuando ganó sus ligas y para mí era especial pitarle”