La hora de las decisiones
A partir de este momento, cada resolución del nuevo técnico va a ser juzgada con detenimiento y rigor, por cuanto nos pondrá sobre la pista del tipo de Real que pretende
Después de una semana movidita, animada por la confirmación del nuevo entrenador de la Real y a la espera de que se vaya confeccionando el organigrama técnico que va a trabajar en torno al técnico de Bergara, se acerca el momento de tomar decisiones trascendentales en cuanto a la conformación del plantel con el que habrá de maniobrar Asier Garitano.
A partir de este momento, cada resolución del nuevo caudillo realista va a ser juzgada con detenimiento y rigor, por cuanto nos pondrá sobre la pista del tipo de Real que pretende. Todos abogamos por una Real que compita en pie de igualdad -o casi- con los ‘grandes’; todo lo que no fuera eso constituiría un pecado de mojigatería y estrechez de miras. Pero una cosa es predicar y otra, distinta, dar trigo.
Todos parecen estar de acuerdo en la imperiosa necesidad de apuntalar el grupo en diferentes demarcaciones, en unos casos por las bajas confirmadas para el año que viene y en otros, por el fracaso en apuestas anteriores. Si a esto le unimos la incertidumbre que acompaña la continuidad de algunos de los puntales del equipo debido a su alto rendimiento en la pasada campaña, el panorama no es tranquilizador.
Las bajas de Xabi Prieto y Canales tienen un calado innegable y una repercusión de trascendencia notable. Cubrir esas vacantes requerirá acudir al mercado para realizar alguna contratación de peso, aunque tan sólo sea para honrar la memoria de los que se fueron. Y ahí no hay licencia para errar, puesto que estamos hablando de dos hombres cuyo rendimiento ha alcanzado niveles, por momentos, de excelencia. Es cierto que por ahí podríamos recolocar a Oyarzabal, pero con eso no alcanza.
El asunto de la banda derecha de la retaguardia, con la marcha de
Carlos Martínez y la más que probable de Odriozola, dejaría al repescado Zaldua como único usufructuario de ese ala, a la que podría añadirse un reconvertido Aritz Elustondo.
Lo de la banda izquierda de la defensa ya es otro tema, porque aquí sí que hay que entonar el ‘mea culpa’ y reconocer que todo lo que se intentó resultó fallido. Por lo tanto, parece obligado entibar antes de que se produzca un nuevo hundimiento.
Y, finalmente, está la cuestión del delantero centro, donde el dilema no es precisamente minúsculo. Aquí nos encontramos con un nueve titular indiscutible, pero al que pretenden seducir con cantos de sirena de diferentes procedencias. Contamos con otro ariete de garantías, pero que lleva más de dos años lesionado y cuyo futuro es una gran interrogante; y un tercer aspirante, con un gran potencial, pero sin oportunidades para poder contrastar su valor real.
En definitiva, que se avecinan días de nerviosismo, en los que cada movimiento que se lleve a cabo tendrá una repercusión indiscutible