Alemania cae al pecar de indolencia
Nadie podía esperar que Alemania cayera como lo hizo. Los campeones del mundo fueron expulsados por Corea, la selección en la que Toni Grande es el segundo entrenador, por su propia indolencia. Ganaron a Suecia con grandeza y perdieron con los asiáticos con ridículo. Dio la sensación de que los alemanes solo querían jugar los últimos minutos. Pero milagros hay muy pocos. Y no se repiten dos días seguidos con la misma selección.
Interesaría saber por qué los campeones adoptaron esa actitud de soberbia durante casi todo el partido. Podía ser cansancio, pero apretaron en los últimos minutos. Es un defecto bastante usual en los grandes equipos. Se convencen de que el partido no es difícil y no se sienten apremiados por el reloj. Esperan para que las victorias caigan como frutas maduras. Y, a veces, no caen. Ayer no cayó. Solo cayó Alemania.
Creer que solo la camiseta gana los encuentros es un tremendo error. Influye algo, sí y hasta pesa, pero en el fútbol de hoy es necesario algo más que los títulos logrados. Por primera vez en la historia Alemania quedó eliminada en la fase de grupos. Pero hay una maldición en los campeones del Mundial. España cayó en Brasil en la primera fase también.
Habrá tiempo para analizar el desastre alemán en un grupo en el que se han clasificado Suecia y México, pero la caída del primer grande ha sido muy sonada para un Mundial con grandes audiencias televisivas y con muchísima igualdad en el terreno de juego. Hasta ahora se habían producido sobresaltos, pero los peces gordos habían sobrevivido. Alemania ni pudo ni supo.
Tristeza es la sensación que embargó ayer a un vestuario que ha sido cuestionado fuertemente por críticos como Matthäus o Effenberg que no entendieron la titularidad de Özil (ayer les dieron la razón) o la falta de garra del equipo. Ahora deberán reflexionar sobre su pésima actuación en un Mundial y llegar a la conclusión de que deberán llevar a cabo una renovación necesaria en la plantilla y en la actitud. También en la actitud